Durante su breve existencia de poco más de una década, el spaguetti western albergó en ocasiones extraños compañeros de cama. Carlo Lizzani era un intelectual de izquierdas que había debutado con Atención, ¡bandidos! y se había forjado una pequeña reputación con otras películas de índole antifascista. De repente, con la carrera en franca decadencia, se apunta al western con Un río de dólares, y rueda a continuación este Requiescant, con el atormentado Lou Castel y en un papel secundario nada más y nada menos que ¡Pier Paolo Pasolini!, en el papel de un cura revolucionario, muy adecuado (acompañado de sus eternos efebos Ninetto Davoli y Franco Citti). La acción gira en torno a la venganza del tal Requiescant (Castel) del hombre que asesinó a su pueblo y a su familia, un malvado capitalista oligarca encarnado por el imposible Mark Damon. Menudean los simbolismos políticos y todos sabemos que Lizzani nos está hablando de otra cosa, aparte de endilgarnos un correctito (y poco más) spaghetti. Riz Ortolani se apunta al carro con una bonita banda sonora, y la película se deja ver sin grandes sobresaltos. Para coleccionistas de rarezas.