Eugène Lourié, director nacido en Ucrania pero de nacionalidad francesa, fue un tipo curioso, que tocó casi todas las teclas de lo que supone producir una película: efectos especiales, diseñador artístico, actor, guionista, director, atrezzo, decorador... La lista sería interminable. Con El monstruo de tiempos remotos se convirtió en director de culto, con la colaboración inapreciable de un casi debutante Ray Harryhausen.Seis años después, Lourié probó fortuna de nuevo con El monstruo submarino (un dinosaurio revivido por las radiaciones atómicas, lo normal en la época), pero los resultados no fueron muy halagüeños. Rodada en Inglaterra con actor norteamericano en decadencia (Gene Evans) y dos pesos pesados de los papeles secundarios (Jack MacGowran y André Morell), se trata de una película cuyos efectos especiales son tan malos que hay que verlos para creerlos. Por un lado, sientes la ternurita que provocan esas viejas pelis de monstruos cargadas de buenas intenciones, pero nacidas pobretonas de presupuesto y de espíritu; y por otra, tu deber de cinéfilo es denunciar a los usuarios de FA que la cosa tiene pelendengues. Diálogos risibles, interpretaciones bajo mínimos, música terrible, resultado rozando la catástrofe, El monstruo submarino sólo puede verse recuperando cierto espíritu infantil, de cuando veíamos Viaje al fondo del mar los sábados por la tarde. Es evidente que cualquier aficionado al género ha de verla, aunque sólo sea porque jamás se estrenó en España, pero la desilusión acecha entre las imágenes. No todo fueron Tarántula o La humanidad en peligro, qué le vamos a hacer.