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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Cine negro. Drama El agente de seguros John Forbes (Dick Powell) vive en Los Ángeles con su esposa (Jane Wyatt) y su hijo (Jimmy Hunt). Mientras tanto, un ex policía convertido en detective privado (Raymond Burr) se dedica a investigar los métodos de un estafador (Byron Barr) al que hace poco la compañía de Forbes pagó una indemnización. El detective descubre que le hizo diversos regalos a una atractiva modelo (Lizabeth Scott). (FILMAFFINITY)
16 de junio de 2013
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por los años 30, Dick Powell era un galancito de sonrisa profidén, aspecto melifluo y cara de bofetada. Le recordamos, sobre todo, en La Calle 42. Una década más tarde se había convertido en uno pequeño pilar del noir, al encarnar a Philip Marlowe en la seminal Historia de un detective. Había perdido los mofletes y su mirada era dura y acerada, un punto peligrosa. A partir de entonces, encadenó un rol tras otro de dichas características, con películas tan notables como Venganza, Johnny O'Clock y Opio. Como afirma la leyenda, fue uno de tantos damnificados del film El conquistador de Mongolia, horroroso por lo demás, rodado en el desierto de Nevada tras diversas pruebas atómicas. La mayoría de los participantes en dicha cinta murieron de cáncer.
En Pitfall encarna a un agente de seguros hastiado de su trabajo, de su matrimonio y de la vida en general. Hasta que en el curso de una gestión rutinaria conoce a la hermosa Mona Stevens (la maravillosa Lizabeth Scott) y se extravía en sus brazos. Lo cual despierta los celos del psicótico MacDonald, un detective de tres al cuarto que trabaja en ocasiones para su compañía de seguros. Ese conflictivo trío, combinado con un tercer hombre que sale de la cárcel, el ex novio de Mona, dará pie a un final trágico para todos los implicados. La mirada final de ambos cónyuges al concluir la película no presagia precisamente un futuro demasiado halagüeño. Por lo demás, dejadme hablaros de Raymond Burr. Este hombre era inconmensurable. Sus papeles de villano en tantos films noirs de los 40 y los 50 tendrían que haberlo convertido en un mito (Hitchcock se lo sirvió en bandeja en La ventana indiscreta), pero en su camino se cruzó Perry mason y ahí terminó lo que habría podido ser una carrera gloriosa, para dar paso a otra tal vez mejor remunerada, pero mucho menos exquisita. Os aseguro que sólo por Burr vale la pena ver Pitfall, con independencia de sus demás virtudes. ¡Loor y gloria a Lizabeth Scott!
Eduardo
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