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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Cine negro. Intriga El señor Godman es un respetado jefe de policía de Scotland Yard. Sin embargo, cuando comete un error en una investigación que provoca la ejecución de un hombre inocente, su prestigio quedará empañado. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que veo el nombre de Peter Lorre en un reparto me pongo a dar saltitos de alegría. Y si va acompañado de Sydney Greenstreet, miel sobre hojuelas, que diría un cursi. Ambos aparecieron juntos en nueve ocasiones, siendo las más famosas El halcón maltés, Casablanca y La máscara de Dimitrios. Dos perversos de tomo y lomo, cada uno a su estilo, que ríete tú de Klaus Kinski. Peter era capaz de transmitir sus más recónditas emociones con un temblor de los labios, un enarcar de cejas, un suspiro. La mirada cínica y sarcástica de Sydney Greenstreet, sus encogimientos de hombros, bastaban para intuir la psicología del personaje. El veredicto, inédita en España, es el primer film del después aclamado Don(ald) Siegel. Que nadie busque trazas de autoría en este meritorio trabajo de alguien que acaba de recibir la recompensa a sus esfuerzos. Se trata de una cinta de intriga victoriana, con mucha niebla, como debe ser, montones de sospechosos y una ambientación londinense made in Hollywood. Podría pertenecer perfectamente a la serie de Sherlock Holmes protagonizada por Basil Rathbone y Nigel Bruce. La fotografía del gran Ernest Haller se esfuerza por disimular la pobreza de los decorados (la inversión debió ir a parar a los intérpretes casi en su totalidad), y la música de Frederick Hollander se adapta con habilidad a los momentos de tensión que jalonan la película. Si Greenstreet y Lorre hacen lo que se espera de ellos, y con nota, los secundarios no se quedan atrás. Tal vez sea algo previsible el final, pero si no sois desconfiados como ello igual os lleváis una sorpresa. El pack se completa con la segunda película de Siegel, Almas en tinieblas, un melo con Ronald Reagan que no promete tantas alegrías. Veremos.
Eduardo
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