Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Drama Seymour Lvov, “el Sueco”, es un exitoso hombre de negocios con una vida perfecta que ve como su estabilidad familiar peligra por la turbulenta situación política estadounidense de la década de los 60. La tormenta se desata cuando su hija Merry desaparece tras ser acusada de cometer un acto violento. Lvov se dedicará a buscarla y a reunir a su familia. Lo que descubre remueve sus cimientos, forzándole a mirar más allá de la superficie y ... [+]
27 de enero de 2017
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué puñetero puede llegar a ser el fuego de la conciencia.
Es la chispa que nos pone a andar, la que nos hace resistir, la que no nos permite estar callados en la injusticia ni quietos en la desdicha. Algo que nos ha llevado a lo que somos, como especie, y cuyas ramificaciones se pueden ver a través de toda la Historia: personas alzándose por una causa propia, dispuestas a aplastar lo que las había oprimido.
Pero hubo una época en la que ese fuego no era necesario. En la que se conquistaron todos los frentes, pasaron todas las injusticias y el patio del vecino era tan feliz como el nuestro.
De repente, Norteamérica salía de la 2º Guerra Mundial, habiendo vencido todo lo malo, dando forma a un sueño que parecía guiar para siempre.

'American Pastoral' es el ocaso de ese Sueño Americano, desde las raíces de una sencilla familia de clase media, tan amargo y doloroso como necesario e inevitable.
La familia de Swede Levov se preparaba para unos felices años 60, donde todas las bondades por las que habían luchado sus padres les iban a ser concedidas para disfrutarlas. Así lo cuenta su hermano Jerry a un recién llegado Nathan Zuckerman, como un cuento moral con sabor a clásico, que a lo mejor irá pasando de generación en generación para advertir a los que se pensaron que todo lo tenían.
Swede y Dawn Levov vivieron la angustia de sus padres en el frente, gastaron la conciencia en algo tangible que estaba pasando delante de sus ojos. Pero la encantadora y confusa Merry Levov aún lleva ese fuego dentro, encerrado en una visión infantil del mundo, desde su casita perfectamente suburbial donde todo lo malo "está lejos".

El detalle clave, y morboso, de esta historia tiene que ver con el inocente momento en el que Merry le pide a su padre un beso... "pero un beso de verdad, como cuando besas a mamá".
Vemos en los ojos de Swede que comprende que su hija será diferente, que despierta con el sutil gesto de un tirante caído a una sexualidad que no comprende... y se niega rotundamente, como no podría ser de otra manera, a lo que para él es solo un gesto infantil extraño, pero sin importancia. No es difícil imaginar a todos los padres de los 60, viviendo bien en sus casitas suburbiales, extendiendo ese mismo "no" a unos hijos que no han vivido ninguna angustia que no sea querer ser sus padres.
Como resultado de ese "romance frustrado", por llamarlo así, Merry empezará a querer ser todo lo contrario a sus padres... y la nueva década les dará el poder a los jóvenes para reestructurar una sociedad demente, alzada sobre una tranquilidad ilusoria, flotando sobre la sangre que se derrama "lejos".

Me da miedo (y cierta pena) la historia de Swede.
Él siguió todas las normas, quiso a su mujer e hija, e intentó sobreponerse a unos tiempos que le dejaban atrás.
De alguna manera, todo el mundo depositó sus sueños en él, sueños que se encargó de decepcionar cuando fue incapaz de advertir la sensibilidad revolucionaria de Merry, y de repente toda la culpa era suya por decirle lo que todo padre quiere decirle a su hija: "sigue tu corazón".
Como iba él a saber que los tiempos cambian, y le iban a encontrar lavando una pena imborrable entre acomodados burgueses de clase media, que se encargan en todo momento de recalcar lo felices que son y lo bien que han conseguido salir de sus respectivos traumas.

Swede no puede salir, por mucho que lo intente.
Su hija será siempre la clave de una vida que se le escapó.
Pero el momento más traumático será cuando la seguridad en los ojos que antes le acusaban se desvanezca, dejando claro que solo fue el chivo expiatorio de otras tantas personas incapaces de adaptarse a una sociedad que estaba llegando a su fin.
Nadie sabe qué coño estaba pasando en los 60. Y todo el mundo intentaba recomponerse de vuelta.

El Sueño Americano no era un ideal, era una religión.
Y sus discípulos, cuando desapareció, exclamaron las mismas preguntas: ¿por qué tengo que pasar por esto? ¿por qué he seguido las normas y me han pasado por encima? ¿por qué no podemos volver a la felicidad que teníamos?
Gritos en el silencio inabarcable de un sueño, del que por fin hemos despertado.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow