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Voto de Charles:
6
5,5
7.255
Intriga. Terror. Thriller. Drama
Paul (Joel Edgerton) es un padre de familia que vive en una casa de madera con su esposa Sarah (Carmen Ejogo) y su hijo Travis (Kelvin Harrison Jr.), y que no se frenará ante nada para proteger a su familia de una amenaza que aterroriza al mundo exterior. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2017
115 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, aviso a navegantes: esto no es una película de terror.
O, por lo menos, no es la película de terror que está vendiendo su marketing, tan habilidoso como erróneo, acerca de una infección que deja a la gente muy tocada y vomitando chapapote.
Algunos dirán que es un filme que solo apreciarán unos pocos (el irritante "es un gusto adquirido" que tanto daño hace a la crítica cinematográfica); los engañados por su marketing dirán que es una mierda, y se quedarán tan anchos.
Y, por una vez, ni tanto ni tan calvo.
Quiero creer que Trey Edward Shults es un tipo inteligente, y se le ha ocurrido algo pocas veces visto: ha concebido un drama de convivencia como un terrorífico relato de madrugadas inquietantes y linternas en la oscuridad, que aumenta su efectividad por millones cuanto menos sabemos qué peligros encierra.
No seré yo quien le quite la razón, principalmente porque su apuesta funciona, gracias a un habilidoso manejo de la tensión y buenos actores, pero se joroba a veces el invento cuando tiene que meter sustos arbitrarios de subidón de volumen, y al menos la mitad de estos dependen de "traicionar" la narración por meter ensoñaciones de perturbadoras imágenes.
Da la sensación de que se está intentando ir más allá de los límites del género, y es más que bienvenido el intento, pero cuando ves que la película es solo "eso"... pues queda un poco insatisfactorio todo, como si se hubiera complicado mucho algo que era muy sencillo.
Tal cual está, 'Llega de Noche' es una película de terror fallida, aunque por suerte esa no parece su única intención: la historia que de verdad late aquí es la de la familia conformada por Paul, Sarah y Travis, que ven su rígida disciplina trastocada por extraños, los primeros que han visto después de mucho tiempo de silencio e infección.
Son todo lo que ellos ya no son, una pareja joven con un niño todavía inocente, y la convivencia con pareja madura y chaval adolescente funciona porque traen una alegría que estos ya no tenían, aunque no se nos escape un padre notando como otro empieza a cuidar bien de su hijo, o a ese mismo hijo con hormonas en ebullición atraído por una mujer bella y joven.
Todo está todo lo bien que debería... aunque otra sensación sigue latiendo por debajo, punteada por la música, agazapada al verles reír y confraternizar.
Trey Edward Shults, respecto a eso, utiliza la noche como catalizador para que las desconfianzas salgan a la luz: son muchos los momentos en los que acompañamos a los personajes en una penumbra devoradora y negrísima, con apenas una débil fuente de luz para iluminar las sombras, que nunca parecen más aterradoras que cuando se las enfoca.
El director nos hace ansiar la claridad, agradecer los pocos momentos en los que salimos a cielo abierto, y sin embargo aprovecha la confusión de la nocturnidad, cuando las madrugadas parecen alargarse dentro de esa casa tapiada, y empezamos a confundir sueño con realidad.
¿De verdad se está oyendo algo afuera? ¿Se ha abierto la puerta? ¿Cómo ha sucedido algo que apenas nadie ha alcanzado a ver?
Ante las preguntas y la paranoia, ambas familias reaccionan de la única manera que pueden: con miedo infestando cada minuto de su tiempo, y cada palabra amable que se intentan dirigir.
Es bastante interesante el fondo que presenta esta historia, exponiendo que los terrores se heredan y arrastran, y que no por ser quemados o aislados desaparecen (como incansablemente intentan Paul e hijo con cada cadáver).
Muchas veces, basta tan solo con algo que no podemos ver, y nuestro propio pánico se encargará de convertirlo en lo que no queremos que sea.
Una puerta roja, un lamento entrecortado o una cara amable pidiendo ayuda no se diferencian demasiado, porque ninguna de esas cosas dan miedo, si se sabe distinguirlas en su momento y lugar.
Pero las noches siempre llegan, y es en ella donde se confunden contornos, apariencias, sueños y pesadillas.
O, por lo menos, no es la película de terror que está vendiendo su marketing, tan habilidoso como erróneo, acerca de una infección que deja a la gente muy tocada y vomitando chapapote.
Algunos dirán que es un filme que solo apreciarán unos pocos (el irritante "es un gusto adquirido" que tanto daño hace a la crítica cinematográfica); los engañados por su marketing dirán que es una mierda, y se quedarán tan anchos.
Y, por una vez, ni tanto ni tan calvo.
Quiero creer que Trey Edward Shults es un tipo inteligente, y se le ha ocurrido algo pocas veces visto: ha concebido un drama de convivencia como un terrorífico relato de madrugadas inquietantes y linternas en la oscuridad, que aumenta su efectividad por millones cuanto menos sabemos qué peligros encierra.
No seré yo quien le quite la razón, principalmente porque su apuesta funciona, gracias a un habilidoso manejo de la tensión y buenos actores, pero se joroba a veces el invento cuando tiene que meter sustos arbitrarios de subidón de volumen, y al menos la mitad de estos dependen de "traicionar" la narración por meter ensoñaciones de perturbadoras imágenes.
Da la sensación de que se está intentando ir más allá de los límites del género, y es más que bienvenido el intento, pero cuando ves que la película es solo "eso"... pues queda un poco insatisfactorio todo, como si se hubiera complicado mucho algo que era muy sencillo.
Tal cual está, 'Llega de Noche' es una película de terror fallida, aunque por suerte esa no parece su única intención: la historia que de verdad late aquí es la de la familia conformada por Paul, Sarah y Travis, que ven su rígida disciplina trastocada por extraños, los primeros que han visto después de mucho tiempo de silencio e infección.
Son todo lo que ellos ya no son, una pareja joven con un niño todavía inocente, y la convivencia con pareja madura y chaval adolescente funciona porque traen una alegría que estos ya no tenían, aunque no se nos escape un padre notando como otro empieza a cuidar bien de su hijo, o a ese mismo hijo con hormonas en ebullición atraído por una mujer bella y joven.
Todo está todo lo bien que debería... aunque otra sensación sigue latiendo por debajo, punteada por la música, agazapada al verles reír y confraternizar.
Trey Edward Shults, respecto a eso, utiliza la noche como catalizador para que las desconfianzas salgan a la luz: son muchos los momentos en los que acompañamos a los personajes en una penumbra devoradora y negrísima, con apenas una débil fuente de luz para iluminar las sombras, que nunca parecen más aterradoras que cuando se las enfoca.
El director nos hace ansiar la claridad, agradecer los pocos momentos en los que salimos a cielo abierto, y sin embargo aprovecha la confusión de la nocturnidad, cuando las madrugadas parecen alargarse dentro de esa casa tapiada, y empezamos a confundir sueño con realidad.
¿De verdad se está oyendo algo afuera? ¿Se ha abierto la puerta? ¿Cómo ha sucedido algo que apenas nadie ha alcanzado a ver?
Ante las preguntas y la paranoia, ambas familias reaccionan de la única manera que pueden: con miedo infestando cada minuto de su tiempo, y cada palabra amable que se intentan dirigir.
Es bastante interesante el fondo que presenta esta historia, exponiendo que los terrores se heredan y arrastran, y que no por ser quemados o aislados desaparecen (como incansablemente intentan Paul e hijo con cada cadáver).
Muchas veces, basta tan solo con algo que no podemos ver, y nuestro propio pánico se encargará de convertirlo en lo que no queremos que sea.
Una puerta roja, un lamento entrecortado o una cara amable pidiendo ayuda no se diferencian demasiado, porque ninguna de esas cosas dan miedo, si se sabe distinguirlas en su momento y lugar.
Pero las noches siempre llegan, y es en ella donde se confunden contornos, apariencias, sueños y pesadillas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El montaje nocturno que quiere confundirnos logra su objetivo: ¿de verdad estaba infectada la otra familia? ¿Hemos visto alguna prueba, o la hemos imaginado?
Ni llegamos a ver al niño supuestamente infectado con pústulas u ojos negros, y su padre finge vomitar para poder ganar cuartelillo ante una muerte segura, por no mencionar que estaban dispuestos a irse sin causar problemas, y esto solo cuando Paul ha acusado a su niño de gritar por algo que bien podría haber sido un mal sueño.
Quizá solo hacía falta buscar una excusa para poder tirarse al cuello de los otros.
Quizá la misma lógica fantasmal que nos impide olvidar a los muertos pide que nos alejemos de los vivos.
Puede, tan solo puede, que la noche no fuera la completa oscuridad del bosque, sino del alma, un alma que ha visto demasiados muertos y brutalidades como para poder fiarse de nadie.
El peligro nunca estuvo solo en la infección, al igual que la noche tampoco estaba solo fuera de la casa.
Y "El Triunfo de la Muerte" de Pieter Brueghel, cuadro que hemos visto al temer lo que pudiera venir por la puerta roja, se ha convertido en una macabra profecía autocumplida.
Ni llegamos a ver al niño supuestamente infectado con pústulas u ojos negros, y su padre finge vomitar para poder ganar cuartelillo ante una muerte segura, por no mencionar que estaban dispuestos a irse sin causar problemas, y esto solo cuando Paul ha acusado a su niño de gritar por algo que bien podría haber sido un mal sueño.
Quizá solo hacía falta buscar una excusa para poder tirarse al cuello de los otros.
Quizá la misma lógica fantasmal que nos impide olvidar a los muertos pide que nos alejemos de los vivos.
Puede, tan solo puede, que la noche no fuera la completa oscuridad del bosque, sino del alma, un alma que ha visto demasiados muertos y brutalidades como para poder fiarse de nadie.
El peligro nunca estuvo solo en la infección, al igual que la noche tampoco estaba solo fuera de la casa.
Y "El Triunfo de la Muerte" de Pieter Brueghel, cuadro que hemos visto al temer lo que pudiera venir por la puerta roja, se ha convertido en una macabra profecía autocumplida.