Tan dolorosa es la ascensión que no sabemos si es descenso, eso sí, cuando acaba la película es muy posible que te duela todo el cuerpo. Las propuestas que llegan de la antigua URSS respecto a su pasado bélico en la guerra mundial son a menudo retratos tan dolorosos que ni siquiera habiendo sido avisados es posible imaginar algo tan duro.

Su hoz y su martillo son los mismos cuando fueron invadidos por los nazis que después, mucho después en tiempos de paz. Todos lo sabemos, vivir en la cuerda floja en Stalingrado, rearmarse y contraatacar a base de carne de cañón. Lo que a menudo no tenemos suficientemente en cuenta es la intervención de los partisanos, de los fieles rusos que se vieron rodeados de repente por los malos. La vida del invadido es un melodrama, que en tu propio territorio ya machacado te vuelvan a machacar, que la vida se vuelva una pesadilla... Su hoz y su martillo vivieron la guerra en casa, ya lo diré, no como los estadounidenses.

"La ascensión" va de eso, de las lágrimas en la nieve (no en la arena de la playa en un verano soleado), va de colaboracionistas, de patriotas también supongo, de sentirte inmundo por querer vivir y de las ruinas interiores. No nos podemos imaginar lo que es eso por fortuna, acomodados occidentales de la actual Europa pudiente, que te lo roben todo, que lo quiten, que te estrujen la herida abierta. Una película que no es dura no, es lo siguiente.

La devastación interior es lo que más me ha atraído, aunque peque de prolongarse demasiado quizás, porque lo que duele de verdad lo hace durante mucho tiempo

Nada que objetar a la primera parte en la que los dos protagonistas viven la existencia del partisano rodeado, nada que objetar a la segunda parte en la que no sabemos quién es el que asciende y quién es el que desciende porque en definitiva, eso es lo que nos queda, en la guerra todo es morir.