Un treintañero Costa-Gavras firmó su primera película hace más de cincuenta años, que se dice pronto. Nada o poco tiene que ver su cine, entendiéndolo ya con el paso del tiempo como una entidad propia y bien definida, con "Los raíles del crimen". El director de origen griego empezó con la historia de un crimen que, como el título original indica, tiene lugar en el compartimento de un vagón ferroviario. Lógicamente todo se irá complicando. Se trata de una película cuyo objetivo sanísimo es el de tener al espectador pendiente del hilo de la narración porque, como buen cine negro, todo está por llegar y las cosas no quedan claras hasta el final.

Creo que poco se le puede protestar a la película. Lo que más me ha gustado es la cantidad de personajes que aparecen, se trata de una muestra maravillosa de la fauna humana que cohabitaba en París en esos años sesenta. Como documento es excepcional: ver cómo trabajaba la policía en aquella época, los teléfonos en los bares, la prensa, las gabardinas... Y el gran Yves Montand!!!

Sus películas de fuerte compromiso ideológico llegarán con el tiempo. Costa-Gavras se hará famoso por señalar con el dedo aquello que muy pocos se atreven ni a insinuar. Aquellos que sepan de qué va no van a encontrar ni una pizca de la esencia de su cine. Pero se trata de un policíaco que vale la pena. Hay crímenes por resolver, que siempre producen interés, muchos sospechosos, bastante lío y por mi parte, bastante satisfacción.