Comedia agradable pero que se queda un poco corta.
Road movie en donde un hijo, estupendo Román Almaraz, se reencuentra con un padre abandónico, un apenas correcto Mike Amigorena .
Mario va por los pueblos, dando su show tributo al cantante Sandro en despedidas de solteras y locales de segunda.
Su hijo, criado por su madre, de buen pasar, debe aceptar a regañadientes acompañarlo en una de sus giras.
Y como siempre en este tipo de película, lo que comienza con recelos y enojos terminan en cariño y comprensión.
La película no está mal, pero tiene algunas fallas que la hacen convencional, para pasar el rato.
Tiene un vicio que se repite seguido en el cine argentino, estirar una escena.
Ejemplo: el coche va por la ruta y la cámara lo sigue, el protagonista camina por pasillos y escalera y la cámara lo sigue .Todo sin sentido, agotando la paciencia del espectador.
Otro problema, también recurrente en el cine argentino, es que presenta una situación en la cual nos interesamos, para después dejarla ahí, sin explotarla.
Realmente una lástima, daba para más. De haber trabajado un poco más el guion, darle un poco más de ritmo, habríamos estado ante una gran comedia.
Así como esta, quedo una película sencilla, simpática y no mucho más.

Lo mejor: la química entre Román Almaraz y Amigorena .
Lo peor: la película queda a mitad de camino, le falta más chispa.