Para quien haya visionado la película de Adam Sandler y Drew Barrymore, creo que es inevitable establecer ciertas similitudes entre ambos productos en torno al tema de la enfermedad que se plantea a lo largo del metraje. En cierto modo este telefilm está bastante conseguido, tiene un encanto que le hacen desmarcarse de otras pelis hechas para tv, tanto es así que decido valorarla con una puntuación alta. No obstante, me ha parecido que se alarga demasiado en la presentación de los personajes, haciendo que uno piense durante algunos momentos que lo que va a encontrarse no va a ser un éxito. De esta forma, el inicio no es muy prometedor, aunque la película mantiene el tipo y tiene un tono fácil de seguir, con unas actuaciones más que aceptables. De hecho, la actriz protagonista realiza una interpretación solvente y nos muestra el esfuerzo por seguir adelante con su pareja con todos los contratiempos a los que se enfrenta. Moderadamente sensiblera, el guión no está exento, como es lógico pensar de tintes dramáticos, mucho más dramática e hiriente que la del film citado en el título de esta crítica. Por otra parte, se observa que es bastante simplona, sin demasiado contenido, aunque el que hay es muy entretenido e interesante, y no existe un tratamiento exhaustivo de la enfermedad del protagonista pero si un acercamiento al drama bastante palpable, algo que va a juego con un particular encanto, y además la pareja protagonista se compenetra y acerca al espectador a valorar un producto austero sin mucha intención de jugar con el espectador hacía la sensiblería, pero con un manejo exquisito a la hora de tratar el género romance. Y eso, no es poco para lo que nos encontramos en la franja horaria en la que se ha emitido el film. La olvidaré pero pasa a engrosar la lista de películas recomendables.