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Voto de Miquel:
7
6,8
958
Drama
Un hombre busca a su antigua amada y la encuentra en un burdel convertida en amante de una madame lesbiana. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2009
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Edward Dmytryk (1908-99). El guión, de John Fante, Edmund Morris y Ben Hecht (no acreditado), adapta la novela “Walk on Wild Side” (1956), de Nelson Algren (1909-81). Se rueda en escenarios exteriores de Nueva Orleans (Louisiana) y en plató. Es nominado a un Oscar (canción). Producido por Charles K. Feldman para Columbia, se estrena el 21-II-1962 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en el camino entre la pequeña localidad de Arroyo, situada en el Valle de Río Grande, al este de Texas, hasta Nueva Orleans y en esta ciudad, a lo largo de varias semanas del verano de uno de los primeros años de la década de los 30 del siglo pasado, en tiempos de la Gran Depresión. Dove Linkhom (Harvey), joven vaquero tejano, acaba de perder a su padre enfermo, al que cuidaba desde años atrás. Va a pie y en autostop a Nueva Orleans en busca de su antigua novia, Hallie Gerard (Capucine), a la que no ve desde hace 3 años. En el camino se encuentra con Kitty Twist (Fonda), una exuberante muchacha, delincuente juvenil, fugada de su casa, que va en busca de aventuras y oportunidades de supervivencia y libertad, como gata inexperta en un mundo de alcantarillas. Otros personajes son Teresina Vidaverri (Baxter), propietaria de un snack-bar de carretera, y Jo Courtney (Stanwyck), madame del burdel de lujo “The Doll’s House”, ubicado en el barrio chino de la ciudad. Dove es ingenuo, primario e irreflexivo. No ha ido a la escuela. Hallie, que fue maestra en Arroyo, es elegante, distinguida y sofisticada. Jo es calculadora, fría, posesiva, desconfiada y agresiva, como una gata en celo. Kitty es dominante, atrevida, desenvuelta y salvajemente atractiva.
El film suma drama, romance y crítica social. El tema que trata (prostitución) y el modo como lo hace, determinan que levante polémica y cause escándalo en el seno de una parte del público, no acostumbrado a la desenvoltura y naturalidad con la que se exponen extremos como la orientación homosexual claramente aceptada de una mujer, el ambiente de corrupción y degradación personal que se vive en el mundo interior del prostíbulo, la gravedad de la violencia que se ejerce sobre las pupilas, la situación real de retención y práctico secuestro en la que se encuentran atrapadas y las sangrantes amenazas sobre la vida que les afectan. Es la primera película americana que presenta explícitamente en pantalla un caso de amor lésbico. Hasta entonces sólo se habían presentado de forma críptica, disimulada o sugerida (“El trompetista”, Curtiz, 1950).
El film denuncia una realidad, alejada en el tiempo y situada en unas circunstancias específicas y diferentes (la Gran Depresión). Aborda el tema perturbador de la prostitución de menores. Explica los hechos con una contenida sobriedad, que no cae nunca en aproximaciones de recreación, ostentación o visualización morbosa. Por ello al espectador actual le resulta difícil entender el carácter escandaloso que se atribuye al film en su momento.
La acción dramática tiene lugar en el camino entre la pequeña localidad de Arroyo, situada en el Valle de Río Grande, al este de Texas, hasta Nueva Orleans y en esta ciudad, a lo largo de varias semanas del verano de uno de los primeros años de la década de los 30 del siglo pasado, en tiempos de la Gran Depresión. Dove Linkhom (Harvey), joven vaquero tejano, acaba de perder a su padre enfermo, al que cuidaba desde años atrás. Va a pie y en autostop a Nueva Orleans en busca de su antigua novia, Hallie Gerard (Capucine), a la que no ve desde hace 3 años. En el camino se encuentra con Kitty Twist (Fonda), una exuberante muchacha, delincuente juvenil, fugada de su casa, que va en busca de aventuras y oportunidades de supervivencia y libertad, como gata inexperta en un mundo de alcantarillas. Otros personajes son Teresina Vidaverri (Baxter), propietaria de un snack-bar de carretera, y Jo Courtney (Stanwyck), madame del burdel de lujo “The Doll’s House”, ubicado en el barrio chino de la ciudad. Dove es ingenuo, primario e irreflexivo. No ha ido a la escuela. Hallie, que fue maestra en Arroyo, es elegante, distinguida y sofisticada. Jo es calculadora, fría, posesiva, desconfiada y agresiva, como una gata en celo. Kitty es dominante, atrevida, desenvuelta y salvajemente atractiva.
El film suma drama, romance y crítica social. El tema que trata (prostitución) y el modo como lo hace, determinan que levante polémica y cause escándalo en el seno de una parte del público, no acostumbrado a la desenvoltura y naturalidad con la que se exponen extremos como la orientación homosexual claramente aceptada de una mujer, el ambiente de corrupción y degradación personal que se vive en el mundo interior del prostíbulo, la gravedad de la violencia que se ejerce sobre las pupilas, la situación real de retención y práctico secuestro en la que se encuentran atrapadas y las sangrantes amenazas sobre la vida que les afectan. Es la primera película americana que presenta explícitamente en pantalla un caso de amor lésbico. Hasta entonces sólo se habían presentado de forma críptica, disimulada o sugerida (“El trompetista”, Curtiz, 1950).
El film denuncia una realidad, alejada en el tiempo y situada en unas circunstancias específicas y diferentes (la Gran Depresión). Aborda el tema perturbador de la prostitución de menores. Explica los hechos con una contenida sobriedad, que no cae nunca en aproximaciones de recreación, ostentación o visualización morbosa. Por ello al espectador actual le resulta difícil entender el carácter escandaloso que se atribuye al film en su momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es interesante la exposición que se hace, con trazos rápidos y sólo esbozados en muchos casos, de la situación de miseria, desolación y desesperación que se da asociada a la crisis económica de los primeros años 30, que conmociona a los EEUU y al resto del mundo desarrollado. La fase peor de la crisis, en la que se sitúa la acción, corresponde al cuatrienio 1930-33.
La construcción de caracteres presenta un buen desarrollo y una acertada complejidad. El dramatismo se despliega progresivamente de acuerdo con un arco narrativo que alcanza un punto culminante, diseñado y construido con pericia, en el que se cruzan de modo simultáneo las principales líneas de tensión y conflicto que se han presentado a lo largo del film. Pocas veces el climax de un film suma tantos elementos simultáneos.
Destaca la interpretación fresca, natural y convincente, de una jovencísima Jane Fonda, en su segunda intervención en cine, que contribuye a fijar su categoría de sex-symbol de los años 60. Stanwyck y Baxter, embarazada durante el rodaje, muestran sus dotes interpretativas. Capucine, vestida con últimos modelos de Pierre Cardin, está fascinante como mujer, pero su interpretación adlece de algunas rigideces y es poco expresiva. El correoso Laurence Harvey parece no encontrase cómodo en el papel que se le asigna, alejado de sus aptitudes propias, siempre limitadas. Pese al interés del film, son escasas las referencias bibliográficas que se encuentran del mismo.
La banda sonora, de Elmer Bernstein (“Los diez mandamientos”, DeMille, 1956), recoge una de sus partituras mejor recordadas y más celebradas. Sobresale el tema principal, candidato al Oscar a la mejor canción. Son excelentes los pasajes descriptivos de personas (“Teresina””, “Kitty”...) y fases del día (“Night Theme”). La fotografía, de Joseph MacDonald (“Niágara”, Hathaway, 1953), en un sugerente y evocador B/N, acompaña y subraya con contundencia la atmósfera opresiva y amenazante del film. Los títulos de crédito, de Saul Bass, son originales y notables tanto por las imágenes y el ritmo pausado y sensual que se les imprime, como por su vigor expresivo y de anticipación argumental.
La construcción de caracteres presenta un buen desarrollo y una acertada complejidad. El dramatismo se despliega progresivamente de acuerdo con un arco narrativo que alcanza un punto culminante, diseñado y construido con pericia, en el que se cruzan de modo simultáneo las principales líneas de tensión y conflicto que se han presentado a lo largo del film. Pocas veces el climax de un film suma tantos elementos simultáneos.
Destaca la interpretación fresca, natural y convincente, de una jovencísima Jane Fonda, en su segunda intervención en cine, que contribuye a fijar su categoría de sex-symbol de los años 60. Stanwyck y Baxter, embarazada durante el rodaje, muestran sus dotes interpretativas. Capucine, vestida con últimos modelos de Pierre Cardin, está fascinante como mujer, pero su interpretación adlece de algunas rigideces y es poco expresiva. El correoso Laurence Harvey parece no encontrase cómodo en el papel que se le asigna, alejado de sus aptitudes propias, siempre limitadas. Pese al interés del film, son escasas las referencias bibliográficas que se encuentran del mismo.
La banda sonora, de Elmer Bernstein (“Los diez mandamientos”, DeMille, 1956), recoge una de sus partituras mejor recordadas y más celebradas. Sobresale el tema principal, candidato al Oscar a la mejor canción. Son excelentes los pasajes descriptivos de personas (“Teresina””, “Kitty”...) y fases del día (“Night Theme”). La fotografía, de Joseph MacDonald (“Niágara”, Hathaway, 1953), en un sugerente y evocador B/N, acompaña y subraya con contundencia la atmósfera opresiva y amenazante del film. Los títulos de crédito, de Saul Bass, son originales y notables tanto por las imágenes y el ritmo pausado y sensual que se les imprime, como por su vigor expresivo y de anticipación argumental.