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Voto de Miquel:
8
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406
Drama. Romance. Comedia
Cuatro parisinas jóvenes y atractivas que trabajan juntas en una tienda intentan escapar de la monotonía de sus vidas embarcándose en una aventura de romances por la capital francesa durante un fin de semana. Cada una de ellas tiene un sueño: Ginette, quiere ser cantante de music hall, Jacqueline sólo ansía la llegada del amor de su vida, Rita desea ser más recatada y Jane, novia de un soldado, busca por el contrario, divertirse y ... [+]
20 de julio de 2011
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Claude Chabrol, escrito por Paul Gégauff y Claude Chabrol a partir de un argumento de Paul Gégauff. Producido por Robert y Raymond Hakim, se rueda en Paris entre diciembre de 1959 y marzo de 1960. Se estrena el 22 de abril de 1960 (Francia).
Narra la historia de cuatro muchachas parisinas que trabajan en el establecimiento “Maison Balin”, de Paris, dedicado a la venta al por menor de electrodomésticos, lámparas, apliques, bombillas y similares. Las protagonistas son Jane (Lafont), Rita (Saint-Simon), Ginette (Audran) y Jacqueline (Joano). A las cuatro les gusta divertirse, acudir a salas de baile, presenciar espectáculos de music–hall, relacionarse con otras personas y con chicos de su edad, bromear, visitar la ciudad, etc. Jane es morena, simpática, encantadora, desenvuelta, habladora, espontánea, aventurera y más liberal que sus compañeras. Rita, rubia, se deja llevar, es poco ambiciosa y poco o nada luchadora. Ginette es reservada, soñadora, algo misteriosa y por las noches se separa del grupo sin dar explicaciones convincentes. Jacqueline, también morena, de cabellos lacios, es seria, sencilla, romántica, idealista y confiada. Las cuatro buscan o más bien esperan encontrar un romance.
Chabrol construye la obra con los materiales, conceptos, técnicas, estilo y estética de la “nouvelle vague”. Rueda en escenarios exteriores e interiores reales, que corresponden a los lugares en los que tiene lugar la acción. Hace uso de la cámara en mano y del estilo documentalista. Los actores y las actrices parece que improvisan, emplean poco maquillaje y visten con naturalidad prendas comunes, habituales en su momento, exentas de adornos artificiosos. Explica los hechos con sencillez, sin añadidos y sin complicaciones narrativas. El resultado es un trabajo que destila realismo, proximidad, credibilidad y verismo. El aburrimiento de las chicas en el trabajo es tan verosímil, que el espectador se siente contagiado. La vida en grupo se presenta salpicada de reacciones ingenuas y jocosas que trasmiten a la acción apariencias casi tangibles de espontaneidad y autenticidad.
Las protagonistas son encantadoras, captan el interés del espectador y lo introducen en sus vivencias como compañero de aventura más que como observador. El realizador se sirve con cierta reiteración de la metáfora y de los paralelismos. La visita al zoológico le permite perfilar la descripción de los caracteres de los personajes, a los que atribuye elementos y rasgos que observa en algunos de los animales. Las jaulas en los que se hallan encerrados plantean sugerencias sobre las barreras que limitan y cierran el mundo de las chicas y de sus amigos. En algún momento las voces del grupo se confunden con los rugidos de las fieras.
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Narra la historia de cuatro muchachas parisinas que trabajan en el establecimiento “Maison Balin”, de Paris, dedicado a la venta al por menor de electrodomésticos, lámparas, apliques, bombillas y similares. Las protagonistas son Jane (Lafont), Rita (Saint-Simon), Ginette (Audran) y Jacqueline (Joano). A las cuatro les gusta divertirse, acudir a salas de baile, presenciar espectáculos de music–hall, relacionarse con otras personas y con chicos de su edad, bromear, visitar la ciudad, etc. Jane es morena, simpática, encantadora, desenvuelta, habladora, espontánea, aventurera y más liberal que sus compañeras. Rita, rubia, se deja llevar, es poco ambiciosa y poco o nada luchadora. Ginette es reservada, soñadora, algo misteriosa y por las noches se separa del grupo sin dar explicaciones convincentes. Jacqueline, también morena, de cabellos lacios, es seria, sencilla, romántica, idealista y confiada. Las cuatro buscan o más bien esperan encontrar un romance.
Chabrol construye la obra con los materiales, conceptos, técnicas, estilo y estética de la “nouvelle vague”. Rueda en escenarios exteriores e interiores reales, que corresponden a los lugares en los que tiene lugar la acción. Hace uso de la cámara en mano y del estilo documentalista. Los actores y las actrices parece que improvisan, emplean poco maquillaje y visten con naturalidad prendas comunes, habituales en su momento, exentas de adornos artificiosos. Explica los hechos con sencillez, sin añadidos y sin complicaciones narrativas. El resultado es un trabajo que destila realismo, proximidad, credibilidad y verismo. El aburrimiento de las chicas en el trabajo es tan verosímil, que el espectador se siente contagiado. La vida en grupo se presenta salpicada de reacciones ingenuas y jocosas que trasmiten a la acción apariencias casi tangibles de espontaneidad y autenticidad.
Las protagonistas son encantadoras, captan el interés del espectador y lo introducen en sus vivencias como compañero de aventura más que como observador. El realizador se sirve con cierta reiteración de la metáfora y de los paralelismos. La visita al zoológico le permite perfilar la descripción de los caracteres de los personajes, a los que atribuye elementos y rasgos que observa en algunos de los animales. Las jaulas en los que se hallan encerrados plantean sugerencias sobre las barreras que limitan y cierran el mundo de las chicas y de sus amigos. En algún momento las voces del grupo se confunden con los rugidos de las fieras.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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Conviene observar los detalles de los vestidos y del peinado de las protagonistas porque de ellos se derivan referencias significativas sobre su manera de ser y sobre sus deseos y propósitos. La acción incorpora dos referencias misteriosas e intrigantes, que no se resuelven de manera inmediata.
La fotografía, de Henri Decae, compone escenas colectivas que desbordan bullicio y alegría sobrada. En este sentido sobresale la escena del baile de la rueda en la sala de fiestas, que se presenta montada con pericia y habilidad. No faltan planos picados impresionantes, como el que muestra el movimiento de entradas y salidas del metro o el que hiela el alma en el bosque. En este lugar, la cámara construye varias encuadres subjetivos en movimiento, tomados en contrapicado, que evocan la entrada del leñador en el bosque de Rashomon.
La banda sonora ofrece un repertorio rico en cortes variados y diversos. Combina melodías de baile del momento, canciones de moda de los últimos 50 y cortes originales creados por Paul Misraki para la ocasión. Los cortes de fondo de los últimos 15 minutos, a cargo de una orquesta de cuerdas y viento, aportan un lirismo conmovedor de extraordinaria belleza.
Conviene observar los detalles de los vestidos y del peinado de las protagonistas porque de ellos se derivan referencias significativas sobre su manera de ser y sobre sus deseos y propósitos. La acción incorpora dos referencias misteriosas e intrigantes, que no se resuelven de manera inmediata.
La fotografía, de Henri Decae, compone escenas colectivas que desbordan bullicio y alegría sobrada. En este sentido sobresale la escena del baile de la rueda en la sala de fiestas, que se presenta montada con pericia y habilidad. No faltan planos picados impresionantes, como el que muestra el movimiento de entradas y salidas del metro o el que hiela el alma en el bosque. En este lugar, la cámara construye varias encuadres subjetivos en movimiento, tomados en contrapicado, que evocan la entrada del leñador en el bosque de Rashomon.
La banda sonora ofrece un repertorio rico en cortes variados y diversos. Combina melodías de baile del momento, canciones de moda de los últimos 50 y cortes originales creados por Paul Misraki para la ocasión. Los cortes de fondo de los últimos 15 minutos, a cargo de una orquesta de cuerdas y viento, aportan un lirismo conmovedor de extraordinaria belleza.