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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
7
Intriga. Drama. Thriller Michael Courtland (Cliff Robertson), un importante hombre de negocios de Nueva Orleáns, pierde a su mujer Elizabeth (Genevieve Bujoid) y a su hija de nueve años en el fatal desenlace de un trágico secuestro. Muchos años después, durante un viaje por Italia con un socio suyo (John Lithgow), queda fascinado al conocer a Sandra, una joven que es el vivo retrato de su esposa. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2008
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Novena película de Brian de Palma. El guión, de Paul Schrader, se basa en un argumento original de Brian de Palma y Paul Schrader. Se rueda en exteriores de Nueva Orleans y Florencia y en estudio. Es nominada a un Oscar (música). Producida por George Litto para Columbia, se estrena el 1-VIII-1976 (NYC).

La acción tiene lugar en Nueva Orleans (EEUU) y Florencia (Italia). Se divide en dos bloques, uno se desarrolla en 1959 y el otro en 1975. Michael Courtland (Robertson) es un próspero empresario inmobiliario, casado felizmente con Elizabeth (Bujold) y padre de una niña de 9 años, Amy (Blackman). Su hombre de confianza en los negocios y socio es Robert Lasalle (Lithgow).

El film combina drama, misterio y thriller. Es la tercera película de un grupo de cuatro ("Hermanas", "El fantasma del Paraíso", "Fascinación" y "Carrie") que el realizador rueda de modo consecutivo a mediados de los 70 (1973-76) y que conforman lo que se considera la fase más interesante de su producción. La obra es un homenaje a "Vértigo" (Hitchcock, 1958) y a Hitchcock, que Brian de Palma formula con admiración y respeto. Con la ayuda de la música, la iluminación y una fotografía admirable, crea una atmósfera irreal, mágica, trascendente y onírica, que seduce los sentidos y conmueve el ánimo del espectador. La narración, contenida, sobria y elegante, respira equilibrio y sentido clasicista. La admiración que el realizador siente por Hitchcock le mueve a hacer uso de situaciones, movimientos de cámara, giros y vueltas, como las que agradaban al maestro. El film pone de manifiesto la necrofilia del realizador, que se siente cómodo y a gusto explicando una historia singular de amor y muerte. Las imágenes de panteones, columbarios, lápidas, cementerios, enfermos terminales, etc. dan testimonio de ello. Otras constantes del autor se hallan presentes en el cinta: referencia al voyerismo (telescopio en despacho de Michael orientado hacia una ventana indeterminada del edificio de enfrente), sueños y pesadillas, confusión de identidades, picados y grúas (cámara que se aproxima a un enfermo volando por encima de las camas alineadas del hospital) y otros. Ésta es una de las películas que más satisfacen al realizador. No contiene más inverosimilitudes e improbabilidades que los films de Hitchcock.

La música, de Bernard Herrmann ("Vértigo"), ofrece una partitura original de gran belleza, que evoca ecos celestiales, místicos y religiosos, que parecen proceder de otro mundo. Es la penúltima partitura de Herrman (la última es la de "Taxi Driver", Scorsese, 1976), terminada pocos meses antes de su fallecimiento. La fotografía, de Vilmos Zsigmond ("Encuentros en la tercera fase", Spielberg, 1977), crea ambientes nebulosos, mágicos e irreales, que refuerzan el sentido de la acción. Se aprecia un espectacular trabajo de cámara, con planos secuencia, primeros planos, barridos suaves, ralentización de imágenes, largos travellings y travellings circulares de varias vueltas.
Miquel
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