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Voto de Miquel:
7
6,6
1.558
Drama
Narra la historia de una niña de doce años (Brooke Shields) que vive en un burdel de Nueva Orleans. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2007
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera realización de Louis Malle en EEUU, basada en un argumento de Malle y de Polly Platt, adaptado por ésta. Se rodó en Hattiesburg (Mississipi), Nueva Orleans (Louisiana) y en plató. Fue nominada a 1 Oscar (música) y a la Palma de oro de Cannes. Producida por Louis Malle, se estrenó el 5-IV-1978 (EEUU).
La acción tiene lugar en Nueva Orleans en 1917, a lo largo de varios meses. La lujosa casa de madame Nell (Frances Faye) acoge a una decena de prostitutas, que trabajan y viven en ella, en compañía de sus hijos e hijas menores de edad. Allí se encuentra Hildegard Marr, "Hattie" (Susan Sarandon), y su hija de 12 años, Violet (Brooke Shields). Un fotógrafo, aficionado a las instantáneas femeninas, traba amistad con Hattie y siente especial simpatía por Violet. Ésta es traviesa, locuaz, juguetona, lista, vivaracha e ingenua.
La película explica en forma de fábula idealizada la vida cotidiana en el interior de un burdel, en el que se celebran banquetes en honor de los clientes habituales, tertulias, reuniones informales, audiciones de música y bailes, en un ambiente de tono familiar, distendido y confortable. Los clientes confraternizan entre ellos, con las chicas de la casa y con la madame. La clientela incluye personajes acaudalados, empresarios de éxito, altos funcionarios, militares de carrera y jóvenes de fortuna. La explotación de la mujer, su situación de encierrro forzoso y el régimen de esclavitud en el que viven, se explican con sutilezas, referencias indirectas e indicios atenuados por la falsa normalidad de lo que se hace habitual por reiterativo y monótono. La visión de los hechos corresponde a la de Violet, una niña preadeolescente, inocente e ingenua, que ha nacido en la casa y en ella ha vivido siempre, sin ir a la escuela y sin recibir ningún tipo de formación. Es analfabeta y sólo ha aprendido las artes de atraer la atención de los hombres y de agradarles.
Recibe cachetes, bofetones, desaires, regañinas y palizas, éstas a manos del casi invisible matón de la casa. La falta de afecto que padece, la suple con su cariño por los animales (el gato, la rata, el perro, el jilguero), la primera muñeca, que recibe a los 12 años, y el fotógrafo con el que juguetea con su gracia natural y sus cómicas ocurrencias. Para él posa con frecuenica y en una instantánea evoca la figura goyesca de la maja desnuda. Su infancia se ve rota subitamente, con maltrato y abusos sádicos, que quedan fuera de pantalla, pero se revelan a través de su postura e inmovilidad en la cama, la salida precipitada y descompuesta del cliente y el reproche que ella dirige a las chicas. Los labios pintados atestiguan su incorporación al trabajo profesional, en el que consigue un éxito notable, dejando en el aire el estremecimiento de la prostitución infantil y la práctica abierta de la pedofilia. El fenómeno se sitúa a principios del XX, pero sigue siendo cruelmente válido en la actualidad.
La acción tiene lugar en Nueva Orleans en 1917, a lo largo de varios meses. La lujosa casa de madame Nell (Frances Faye) acoge a una decena de prostitutas, que trabajan y viven en ella, en compañía de sus hijos e hijas menores de edad. Allí se encuentra Hildegard Marr, "Hattie" (Susan Sarandon), y su hija de 12 años, Violet (Brooke Shields). Un fotógrafo, aficionado a las instantáneas femeninas, traba amistad con Hattie y siente especial simpatía por Violet. Ésta es traviesa, locuaz, juguetona, lista, vivaracha e ingenua.
La película explica en forma de fábula idealizada la vida cotidiana en el interior de un burdel, en el que se celebran banquetes en honor de los clientes habituales, tertulias, reuniones informales, audiciones de música y bailes, en un ambiente de tono familiar, distendido y confortable. Los clientes confraternizan entre ellos, con las chicas de la casa y con la madame. La clientela incluye personajes acaudalados, empresarios de éxito, altos funcionarios, militares de carrera y jóvenes de fortuna. La explotación de la mujer, su situación de encierrro forzoso y el régimen de esclavitud en el que viven, se explican con sutilezas, referencias indirectas e indicios atenuados por la falsa normalidad de lo que se hace habitual por reiterativo y monótono. La visión de los hechos corresponde a la de Violet, una niña preadeolescente, inocente e ingenua, que ha nacido en la casa y en ella ha vivido siempre, sin ir a la escuela y sin recibir ningún tipo de formación. Es analfabeta y sólo ha aprendido las artes de atraer la atención de los hombres y de agradarles.
Recibe cachetes, bofetones, desaires, regañinas y palizas, éstas a manos del casi invisible matón de la casa. La falta de afecto que padece, la suple con su cariño por los animales (el gato, la rata, el perro, el jilguero), la primera muñeca, que recibe a los 12 años, y el fotógrafo con el que juguetea con su gracia natural y sus cómicas ocurrencias. Para él posa con frecuenica y en una instantánea evoca la figura goyesca de la maja desnuda. Su infancia se ve rota subitamente, con maltrato y abusos sádicos, que quedan fuera de pantalla, pero se revelan a través de su postura e inmovilidad en la cama, la salida precipitada y descompuesta del cliente y el reproche que ella dirige a las chicas. Los labios pintados atestiguan su incorporación al trabajo profesional, en el que consigue un éxito notable, dejando en el aire el estremecimiento de la prostitución infantil y la práctica abierta de la pedofilia. El fenómeno se sitúa a principios del XX, pero sigue siendo cruelmente válido en la actualidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Pretty Baby" es el título de la canción de Tony Johnson que se oye en el film y que la película hace suyo. La música, original de Ferdinand Morton, adaptada por Jerry Wexler, compone una excelente banda, interpretda por varios vocalistas e instrumentistas y por The New Orleans Ragtime Orchestra. La fotografía, del gran Sven Nykvist ("Fanny y Alexander", 1982), contribuye a crear el halo idílico que envuelve al relato. El guión esboza las envidias y disputas entre las chicas semicautivas en un espacio cerrado y sus ansias de liberación.
El relato fluye como un bello cuento infantil, que atesora de modo contenido un drama desolador, dicho de un modo susceptible de llegar a un público muy amplio. Cuando la niña ha de optar entre el fotógrafo Belocq y la madre, prevalecen en ella los sentimientos de la niña que es.
El relato fluye como un bello cuento infantil, que atesora de modo contenido un drama desolador, dicho de un modo susceptible de llegar a un público muy amplio. Cuando la niña ha de optar entre el fotógrafo Belocq y la madre, prevalecen en ella los sentimientos de la niña que es.