A priori, la presencia del simpático Cha Tae-hyun en el reparto (y un curioso cartel), apuntaba a una divertida comedia. Nada más lejos de la realidad. Algunos golpes de humor en los que te ríes, pero básicamente se trata de una cinta dramática, bastante lenta y sin demasiado ritmo al principio, que va de menos a más y que afortunadamente termina en uno de los finales más emotivos que he visto últimamente.

Cha Tae-Hyun interpreta a un tipo de vida anodina y solitaria que intenta a toda costa suicidarse, siempre sin éxito. A raíz de su último intento donde casi lo consigue, adquiere la habilidad de ver a los muertos. 4 fantasmas se pegan a él y le utilizan para conseguir cumplir su sueño antes de abandonar definitivamente este mundo. Una enfermera (Kang Ye-won) completa el reparto y aporta el personaje femenino que no podía faltar en una peli de este tipo.

Me ha hecho gracia la interacción del protagonista con los fantasmas. Cada uno de los 4 fantasmas tiene una obsesión y para llevarla a cabo deben poseer el cuerpo Sang-man, el pobre hombre que sólo quiere morir tranquilo. Uno de ellos es un fumador empedernido y aunque Sang-man no fuma, comienza a hacerlo. Otro es un niño cuya pasión es comer, sobre todo golosinas (Sang-man come dulces a todas horas), otro un pervertido obsesionado con el trasero de las mujeres y con el alcohol. Por último, una mujer que no deja de llorar y esconderse. Las caras de Cha Tae-hyun cuando "hace" de fantasma es lo divertido de la película.

Sin embargo, como ya he comentado, es un drama puro y duro. Reconozco además, que la primera mitad ya llegado a aburrirme por su falta de intensidad. Afortunadamente, un giro al final de la película hace encajar todas las piezas de un extraño puzle y el resultado es una bonita historia. Lástima que no mantenga el gran nivel del final en el resto del metraje... Esperaba algo más.