Si bien es una de las películas más flojas del director, están los elementos que caracterizan su cine, el humor corrosivo, los diálogos ágiles, las situaciones hilarantes, pero le falta algo, no llega ni cerca a lo que fue la anterior suya Trash Fire, lejos su mejor película y uno de los trabajos más interesantes dentro del terror por lo menos en la última década. Acá si está el viejo psicópata, el choque generacional y geográfico, desde Suburbian Gothic siempre pone el ojo en ese conflicto, haciendo que sus protagonista sean gente urbana tanto por adopción o cuna, entre ciudad vs interior, su cine se nutre de eso, los contrastes políticos, sociales y culturales entre ambas zonas, aunque ya empieza a resultar repetitiva esa dicotomía, además de previsible, siempre los ancianos reaccionarios, amargados, contra los jóvenes urbanos, nihilistas, sobresensibilizados, cómodos, quejosos, pero en el fondo aunque se burla de los clichés cae en los mismos, ya que al final los primeros siempre son los villanos y los segundos los héroes.
Es su película más violenta también y la más plana, como si la única forma de cerrar las historias de cada personaje que aparece sea matándolo.
Pero con todo a pesar de eso, es un trabajo interesante que está por encima de la mayoría de las películas de terror actuales, consigue uno que otro momento divertido y captar la época desequilibrada, estúpida y caótica en la que vivimos.