No os podéis imaginar las ganas que tenía de ver esta película, cómo he ído tras ella hasta que la he conseguido y qué enorme decepeción me he llevado cuando he visto el total desperdicio del enorme plantel de actores que en ella participan. Christopher Hampton se había ganado mis simpatías tras ver su precioso trabajo tras las cámaras en la maravillosa "Carrington", pero esta película que nos ocupa poco o nada tiene que ver con ella. Y aún así le doy el aprobado porque sigue teniendo retazos más que interesantes que le hacen subir algunos puntos, entre ellos una impresionante banda sonora del compositor Phillip Glass que merece muy mucho la pena, una muy conseguida ambientación de ese Londres del siglo XIX, y unas portentosas actuaciones de varios de sus actores, entre los que destacaría al pequeño gran hombre Bob Hoskins, actor al que tal como ocurre con Ben Kinsgley, por poner un ejemplo, su físico no le ayuda precisamente a la hora de encarnar a cierto tipo de personajes pero que es un actor que saca petróleo de donde no hay nada y que es un actorazo y un joven Christian Bale que me ha vuelto a impresionar, dando fe de la enorme versatilidad de este actor y de la facilidad que tiene para encarnar a todo tipo de personajes, en este caso un chico con cierto retraso mental. Del resto del elenco no se puede hablar tan bien, sorprende gratamente el cambio de registro del actor Robin Williams, que no lo hace mal, pero mi adorado Jim Broadbent poco puede hacer con personajes tan mal desarrollados como su inspector jefe, al igual que el francés Gerard Depardieu que no tiene apenas peso en la historia y la floja actuación de una actriz interesante como es Patricia Arquette a quién tachan de conseguir uno de los peores acentos británicos de la historia del cine.