Con un buen y prometedor plantel, y un inicio típico policíaco de líos y mujeres, nos presentan a Tony Rome, un estupendo Frank Sinatra, cincuentón, detective privado, como debe ser, cínico y siempre husmeando. Se lanza al agua desde su barquito y lo que se encuentra aparte de algún que otro tiburón es como para subir de un salto al barco, arrancar y no parar hasta llegar a casa a que se le pase a uno el susto.

Frank, con sus contestaciones irónicas es el valor de la película. A Raquel, estando a solas, le dice que conoció a una chica que coleccionaba toreros, referencia clara a su ex, Ava Gardner. La dirección, bajo la batuta del siempre correcto Gordon Douglas, nos muestra una película con aires de episodio piloto para una serie de televisión. En concreto, es la segunda para el cine del mismo detective protagonista. Los demás personajes están bien pero carecen de pulso, no hay poso dramático y la acción apenas es violenta. Aparece un Dan Blocker entonces famosísimo por ser el gordo (Hoss) de la familia Cartwright, de La Ponderosa (Bonanza), en plan casi cómico dando golpes que además se le pilla dos veces viendo la televisión y casualmente emitiendo dos series de entonces, Daniel Boone y la suya propia, Bonanza, se distingue por la musiquilla inconfundible.

En conclusión, thriller en especial para fans de Frank y Raquel y nostálgicos de una época y un estilo.