Vistosa y colorista acción en la jungla para los que gustan de aventuras en África. El argumento debe ser único en la filmografía. Un ingeniero realiza el mapa que supondrá la reclamación del Congo Belga para anexionarse un territorio fronterizo debido a la variación del curso de un río. Este posible cambio de frontera es la misma frontera que tiene la película, y es que se queda en tierra de nadie, en la que no termina de ser una buena película, o sin ser buena, ser una película aceptable, pero tampoco sin llegar al vergonzante fracaso de un intento de ello.

Peter Lorre interpreta su papel, el del personaje hecho polvo viviendo sus sempiternos lamentos y maldiciendo su perra suerte, tanto ha ido así por la vida que su físico se ha habituado a ese papel que a la primera se le asocia con la penuria. Virginia Mayo es el otro papel que valida la película porque una mujer en una aventura africana es indispensable, sin mujer en un campamento o en un viaje lleno de inconvenientes y peligros, es como estar en la selva al lado de un río y que no se vea un cocodrilo. El resto del elenco distrae con los consabidos tiros, muertos y nativos, más maquinaciones en una lucha de intereses que parece crear un ambiente de espías.

Con buena voluntad, puede pasar para coleccionistas del género.