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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
7
Western Lee Hackett (Van Heflin), ranchero a la vieja usanza acostumbrado a resolver los problemas aplicando sus propias leyes o por medio de las armas, vive con sus dos hijos, David (James Darren) y Ed (Tab Hunter). Pero, a pesar de quererlos a los dos, siente una especial predilección por Ed, el mayor, un chico pendenciero, caprichoso y con tendencia a meterse siempre en líos. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2014
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de un fatídico accidente, o imprudencia con resultado de muerte de un inocente, tal vez por la reacción propia de un joven demasiado impulsivo y competitivo, surge un enfrentamiento cruzado en el pueblo y ahí queda el asunto todo el rato.

Vale que la Ley tenga que prevalecer pero presentar al muchacho como un criminal parece ser “demasiada moralina” en la historia. De acuerdo que al final los hechos le llevan a actuar en una espiral en aumento de violencia desatada, aún así hay que pensar que es la consecuencia de muchos malos rollos. Quiero fijarme en una conducta realmente repugnante como la del testigo falso, con un testimonio falso para ganarse el salario de la mentira. Esa maniobra diabólica, astuta, artimaña de reptil tan bien interpretada es más violenta que el hecho que se juzga, y es lo que hay que sumar como una consecuencia más a los desatinos que acostumbra a dar el muchacho. El caso es que la "moralina" y este salario de la mentira está perfectamente expresado en el film.

Las pasiones fraternales son conocidas, las reacciones, el sufrimiento por el amor mal llevado entre padre e hijo, la importancia de resaltar siempre el padre lo mucho que le debe todo el mundo, que ha levantado aquella ciudad y ya de paso su rancho y su imperio y todo el mundo lo sabe, y que invita a whisky a todo quisqui y todos se ríen con él y se descojonan contando viejas anécdotas porque todos son unos viejos, son cosas que pueden influir muy negativamente en un hijo que llega a verse menospreciado, apartado, aunque de ningún modo sea menospreciado por el padre, pero es que el orgullo cuenta, mala cosa. Y el orgullo mata y se alimenta de las diferencias, él es joven y tiene que demostrarlo todo mientras que los viejos curtidos lo tienen todo ya demostrado. Mala cosa, desde luego, porque el padre no es que quiera presumir ante el hijo, no, como se aprecia, sólo quiere disfrutar con su hijo de sus éxitos y de la vida.

La ausencia de una madre es lógica. No cabía aquí la figura de una madre. Si el padre dice: ¡Mi hijo perseguido por la Justicia y mi otro hijo enamorado de una mestiza! Lo que dice es que es demasiado para un padre, por lo que para una madre sería aún más sufrimiento y la película no daría para tanta intromisión, luego la madre es una figura ausente por imperativo. Lo bueno es que también se puede sacar la conclusión que el muchacho díscolo crece al estilo indomable del padre, pero el otro hijo tiene una actitud del todo prudente, como adjudicándose la sabiduría propia de una madre obviada.

Estos lances están expuestos muy bien por lo que la película tiene su controversia aceptable. Igual que una recreación de los vecinos del pueblo muy lograda, los comentarios ante la barra del bar, el pique entre padre e hijo. Un detalle de acierto excelente es ese ex boxeador de ayudante del sheriff que se encariña del muchacho porque lo ve como un crío que le puede el orgullo..., o las continuas excusas del padre para que el sheriff deje en paz a su hijo:
-¿De verdad vas a encerrar a mi hijo? ¿No te acuerdas de cómo celebrábamos el 4 de julio… Y el 5, y el 6…?

Es muy propio de quien se ve como un triunfador echar la vista atrás para rememorar sus días de “gloria”. El caso es que es cierto lo que tiene que sufrir un padre por un hijo, y es una auténtica impotencia saber que no se puede hacer nada cuando un día uno descubre que el niño que fue su hijo, hace años que ya no existe.
floïd blue
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