Dice alguno que sabe de esto que en realidad la Segunda Guerra Mundial empezó con la Guerra Civil española. Y aquí, con el agente confidencial, lo dan a entender cuando ella le dice: “¡Pero eso es en España, aquí no hay guerra!” Y él responde: “Todavía…”

La película es un thriller muy serio, con tintes de espionaje, pero cabe señalar que no es de espionaje en sí, ya que se trata de un soldado republicano convertido en agente ocasionalmente para llevar a cabo una importante misión en Londres. Allí le ocurre de todo. La misión se le complica en extremo y está contada con meticulosidad, con detalle, llegando a ganar interés en su avance, por lo cual, el film es del todo aconsejable.

La figura del agente es tratada con todo respeto, no cae en ningún tópico, al contrario, se trata de un músico de una clase exquisita y totalmente comprometido con la causa. Lauren Bacall está sensacional, con una aparición de película propiamente, mujer bebedora con un carácter extremo al que únicamente le podían poner un partenaire de la clase de Charles Boyer y su estampa de honradez. Por tanto tenemos una pareja de actores en estado de gracia en sus respectivos papeles.

Pero la acción contiene además esas clásicas citas misteriosas con mensajes en clave, y encima llegando a ellas en el Londres brumoso y ni más ni menos una será con el mismísimo Peter Lorre y su inquietante presencia, aunque para ese dudoso honor en este film puede haber tortas ya que el agente se va topando con los tipos más raros de un Londres menos conocido que en otras ocasiones. Una mención especial para la griega Katina Paxinou en un maquiavélico papel que parece sacada de una película de terror.