Como suele pasar, un inocente hombre de negocios es engañado por su astuta, bella y calculadora mujer. El desengaño es muy fuerte pues suele suceder que el hombre está convencido del amor de su mujer y para ella utiliza apelativos tan cariñosos y ridículos como "suave" y tonterías del estilo: "cariño" y "te quiero mucho" y cosas así como suelo escuchar por ahí a los incautos. Cuando eso pasa, a la hora de la verdad te llevas todas las culpas y tú eres el malo y todo lo que te pase te está bien empleado por tonto. Este es el caso y esto es lo creíble. Cornelius llega a un pueblo después de muchos avatares y podrá poner en orden sus prioridades.
Así es la historia y está bien montada, con personajes adecuados. Un policía a punto de la jubilación tan simpático como el mismo Charles Coburn y luego también, un abogado de primera. Se puede asistir a la historia hasta el final sin peligro de caer en el aburrimiento y encima aprenderás que las mujeres fatales son peligrosas... pero molan y te enseñan sobre la vida. Por supuesto, las clases no son gratis.