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Voto de Antonio Morales:
8
Aventuras. Romance Continuación de "El tigre de Esnapur". El arquitecto europeo Harald Berger y la bailarina Seetha son capturados por los hombres de Chandra. Mientras tanto, Ramigani planea arrebatarle el poder a su hermano, sirviéndose de sus aliados en palacio. Cuando Chandra se entera de la relación amorosa entre Seetha y Berger, hace llamar al doctor Rhode para encargarle la construcción de una enorme y lujosa tumba destinada a los dos enamorados. (FILMAFFINITY) [+]
23 de junio de 2014
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta segunda parte de la epopeya fantástica y aventuresca que nos propone Fritz Lang en el díptico de Esnapur, es en mi opinión, aún más interesante y emocionante, que puede verse también como una suma del cine langiano, porque en él conviven el amor del cineasta por el cine serial, la causa de la lucha contra la tiranía, su atracción por el mundo subterráneo, su inclinación por los amores turbulentos y un cálido romanticismo, el ambiente legendario, el gusto por narrar fugas de amantes enfrentados al poder, la barrera física y psicológica del inmenso desierto, el misticismo religioso, la concepción geométrica de la puesta en escena.

Otro de los grandes aciertos del film es oponer la vulgaridad de la maldad de los conspiradores a la refinada maldad del propio maharajah, el cruel y despechado Chandra; la de aquellos se basa en la ambición y se les puede hacer frente con las armas, con los soldados, pero la de éste resulta mucho más perversa y turbadora: su mirada rencorosa, solitario en las blancuzcas terrazas de palacio, mientras acaricia la idea de la venganza, impresiona más que la de unos zafios conspiradores con sed de poder. Es la mirada de un hombre corroído por el fracaso amoroso y herido en su orgullo.

Desde el momento en que la violencia interna y externa se instala en Esnapur, cada gesto, cada movimiento, cada situación, cada detalle, se hacen hirientes hasta rozar lo insoportable: la odisea de Walter y Sabine, hermana y cuñado del protagonista, al que buscan. La maqueta de la proyectada tumba resulta tan siniestra como las entrañas carcomidas del palacio, cuando Seeta, la desdichada bailarina es sometida por los sacerdotes al juicio de la diosa la imagen de Shiva adquiere un esplendor maléfico, los laberintos subterráneos parecen aún más lóbregos, confusos e impenetrables.

El lamento de los leprosos encerrados en una maraña de laberintos lleno de trampas y falsas salidas, cuya complicada geometría se corresponde con la maldad y la corrosión en el interior del palacio de Chandra. La descripción piramidal de un sistema social injusto, haber sabido transformar la geometría en poesía y la poesía en aventura, es uno de los atractivos de esta grandiosa película, de una depurada planificación que nos legó el maestro Fritz Lang.
Antonio Morales
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