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Voto de Antonio Morales:
7
Thriller. Drama Jenny Lamour, una ambiciosa cantante de music-hall que aspira a convertirse en estrella, coquetea con sus admiradores, sobre todo con un maduro hombre de negocios. Esta actitud despierta los celos de su marido, que, una noche, decide ir a casa del que cree su rival y enfrentarse con él, pero cuando llega allí se encuentra con una inesperada sorpresa. (FILMAFFINITY)
9 de enero de 2014
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada cuatro años después de “Le corbeau” (1943), la película por la que se le tildó de colaboracionista y motivó que permaneciera inactivo todo ese tiempo, “En legítima defensa” responde perfectamente a la noción de cine policiaco que siempre intentó desarrollar Clouzot: el cineasta supera los límites del género tal como se entiende tradicionalmente y hace de sus películas comedias de costumbres que, en una segunda lectura, son en cierto modo, y en la medida de lo tolerado, requisitorias contra la opresión y actas de la abyección a la que el terror puede conducir cuando está instalado en todas las prerrogativas.

La trama, alberga cierta atmósfera grisácea, depresiva, que será constante en esta película. Inspirada en una novela de Stanislas André Steeman, se dan cita un esquivo triángulo sentimental, un asesinato y el retrato de dos mundos, dos capas sociales, dos formas antagónicas de concebir la vida, el de un vecindario y el de una comisaría. El marido, Maurice (Bernard Blier), hijo de burgueses, pianista y con celos enfermizos. La mujer, Jenny (Suzy Delair, la primera esposa de Clouzot), es una cantante de físico y actitud vulgares, tan ambiciosa como ingenua, dispuesta a coquetear con quien sea para alcanzar sus propósitos. La amiga de la pareja, Dora (Simone Renant), es una fotógrafa secretamente “fascinada” por Jenny, y dispuesta a ayudar a ésta. El deseo y la pulsión sexual están siempre presentes, entre Dora y Suzy. Insinuaciones y miradas muy atrevidas para la época.

La historia se adentra por vericuetos criminales, con falsas pistas y falsos culpables, sin perder esa tonalidad de comedia de costumbres, como una forma de desviar la atención con objeto de realizar una puesta en escena más atenta a la complejidad de las relaciones humanas que a la trama criminal, amenizada por el “leit-motiv” de la canción "Dance avec moi". Mención especial merece el inspector de policía Antoine, encarnado por Louis Jouvet, el original timbre de su voz, los curiosos interrogatorios, sus métodos poco ortodoxos y su humor socarrón parisino le dan al personaje un tono entrañable. Clouzot hace una descripción brutal de la sordidez de la clase media, con unos diálogos ingeniosos y mordaces, tratando temas escabrosos (la fauna humana movida por la ambición, el “voyerisme” que se pasea por los clubes del Paris de la inmediata posguerra), de forma elegante.
Antonio Morales
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