Rudolph Maté fue un operador de gran prestigio que trabajó con grandes maestros, entre ellos: Wyler, Vidor, Dreyer y Lubitsch, pasándose más tarde a la dirección. Durante los años 50 realizó interesantes films en casi todos los géneros, ciencia ficción, aventuras y western, entre los que destaca este western secesionista, casi desconocido en España. Un film rodado en gran parte, en exteriores de Monument Valley, el territorio genuino de John Ford en el desierto de Arizona.

La acción transcurre en 1864, en tiempos de la reelección de Lincoln, cuando la Unión ha enviado por tren al frente su más reciente arma secreta: la ametralladora Gatlin, capaz de disparar automáticamente 250 disparos por minuto. James Farraday (Van Johnson) y su compañero Benjy Thomson (Milburn Stone) son dos soldados confederados que disfrazados de vendedores ambulantes organizan un asalto para apoderarse del arma definitiva. En su huida ayudarán a una enfermera de la Unión, Nora Curtis (Joanne Dru) que tiene problemas con su carromato al cruzar un río.

Maté fue un cineasta discreto pero eficaz en todo sus trabajos, aquí realiza un correcto film, recurriendo a todas las constantes del western, combinando con acierto la acción , la intriga y algunos toques de humor, dibujando hábilmente a los personajes, tanto los héroes como los villanos, a pesar de no contar con estrellas de primer nivel. Resaltando la fisicidad del paisaje, la brutalidad de la guerra y un ambiguo discurso moral, pues todos los personajes tienen sus razones por las que luchar. Qué duda cabe que Maté no tiene la épica de J. Ford, ni la sobriedad de H. Hawks, ni el clasicismo de Wyler, ni la humanidad de A. Mann, ni la naturalidad de G. Stevens o la violencia de S. Peckimpah, pero no es menos cierto que el cineasta dominaba perfectamente el oficio.