Promete más de lo que es pero tampoco decepciona. Es una comedia muy blanca con algunos chistes malos y muchos tópicos, pero adornado todo por la chispa del humor británico queda finalmente un buen resultado. Los dos jóvenes intérpretes que orquestan todo el film llevan el peso de éste muy bien llevado. Sus actuaciones son dignas de aplaudir, sobre todo siendo tan jóvenes y todavía tan inexpertos en este mundo del séptimo arte. Son tan reales que crees que en realidad los dos son así de inocentes, alelados y patosos.
La película va de menos a más en intensidad y en amenidad, de hecho al principio se hace un poco pesada, hasta que llegan al punto donde supuestamente está la droga. A partir de ahí empieza a ser más ingeniosa, lástima que se produzca este hecho en los últimos minutos de visionado de la película.
Hay mucho surrealismo tanto en situaciones como en personajes, hasta tal punto que a veces roza el absurdo, pero cuando lo roza es cuando más divertida resulta la película.
Te la recomiendo si te quieres distraer, pasar un buen rato y reírte un poco.