No hay dudas que la película dará que hablar, porque tiene elementos que la distancian de otras obras modernas del género, aunque no llega tampoco a sobresalir de la manera que necesita para ser una obra notable.
Esta cinta escarba en la maldad humana, en esa curiosa sensación morbosa de introducirse en lo escabroso y peligroso. Si bien el filme tiene altas dosis de gore, el mismo tiene una estética y un sentido muy distinto al de las películas que ostentan sangre por la sangre misma.
El filme tiene muchos puntos altos:
+ la presencia escénica de Vinnie Jones encarnando a la maldad en persona,
+ la rancia impronta visual que adorna la historia,
+ los sórdidos escenarios donde se desata la carnicería humana,
+ los roles protagónicos cumplen de acuerdo a lo que esta cinta exige,
+ la alevosa truculencia, el sentido que la misma posee y la impresionante manera en que está desplegada,
+ los efectos especiales, los que oscilan entre los verdaderamente logrados combinados con algunas secuencias donde lo bizarro y rústico entran en juego para marcar las exageraciones que la película necesita para impactar,
+ buenas dosis de suspense,
+ oscura fotografía que logra tenebrosos ambientes para desplegar la historia,
+ el giro del desenlace que aleja a esta cinta del típico slasher y del serial killer.
En fin, una cinta de terror repleta de malsana atmósfera, que esconde un secreto en los suburbios subterráneos donde sólo ese tren de medianoche es testigo privilegiado.
Sin dudas que una de las cintas que destaco del 2008 por su efectividad y su contundencia en lograr inquietud con elementos trillados pero reciclados de tal forma que nunca cansa ni repele en sus atrocidades.

Advertencia: puede que deje preguntas por resolver, pero existe la novela de Clive Barker para dar respuestas a los más detallistas.