He cometido el error de ver esta serie demasiado tarde (aunque en este mes tan raro me han venido bien las risas). Prejuzgué el tema que toca, y es que la miniserie que se hizo sobre Catalina la Grande en la que aparece la siempre excelente Helen Mirren, me resultó aburridísima y aunque con buenos datos históricos, se les fue un poco la olla con la Mirren, que obviamente no es joven y el papel no era, por motivos claros, para ella. Luego de ver ese drama, me dispuse a leer una biografía sobre Catalina, que fue igual de horrible que la serie. Y es una pena escribir esto, porque la historia me encanta y la de Rusia tiene su punto, pero Catalina la Grande no lograba engancharme por ningún lado. Si empecé esta versión satírica es porque vi quiénes eran sus protagonistas, el increíble Nicholas Hoult (Skins) y la fantástica Elle Fanning (Super 8); ¡ojo! Sin desmerecer a una de mis favoritas como es Mirren, pero coincide que estos dos tienen una edad mucho más acorde con los hechos reales (que por cierto, no creáis que son pocos, para empezar, la regla de las barbas con la que nos vamos a reír –o llorar- desde el primer minuto ocurrió –aunque os parezca estúpido- de verdad). El toque que da Tony McNamara es completa y absolutamente brillante. Sinceramente, me recuerda a los mejores momentos de Bon Jo-ho, cuando sabes que algo no debería hacerte gracia porque es cruel o triste, pero te descubres riendo a carcajadas sin ninguna vergüenza y hasta con placer, porque sabes que lo que ves es realmente delicioso (como los higos, vamos), un placer con culpa, o sin ella, ¡qué más da!

Rusia siempre ha sido cruel, muy injusta y bastante salvaje y aquí nos muestran un buen retrato de sus tiranos, del pueblo, del miedo y de esas traiciones que nos encanta en la historia de cualquier nación (al menos a mí). Está claro que muchas cosas no tienen sentido y probablemente ni ocurrieron (aunque tengo que estudiar más algunos detalles curiosos porque luego te das cuenta que hasta lo más absurdo superó a la ficción).

Lo que sí sabemos con seguridad es que Catalina era una mujer culta y una superviviente. Su historia merece ser contada mil veces, las que hagan falta para que todos los que dicen que una mujer no hubiera hecho esto o aquello en otro tiempo, vean y sepan que se equivocan. Y sí, tuvo amantes, y unos cuantos, además. Catalina trajo sus ideas sobre filosofía, arte, medicina o educación (que buena falta les hacía a todos) y sobre lo demás…es mejor verlo.

La fotografía es excelente, al igual que el vestuario, los paisajes y los palacios. En conjunto es estúpidamente inteligente y como siempre escribo con estos temas…si no sabemos lo que fue real y lo que no para eso estamos nosotros, para investigar. En concreto a mí me ha despertado otra vez el gusanillo por estudiar esta época (quizás me aburra o igual ahora la veo con otros ojos).

Parece que tendremos suerte y que habrá una segunda temporada de diez episodios. Espero que no se haga esperar mucho porque en estos tiempos nos hace falta más de esto.