Si te paras a pensarlo, se podría hacer casi cualquier cosa con una película. Puedes empezar contando el final, iniciar la acción justo en medio, presentar al protagonista y luego cargártelo... Ciertamente, cada guión es un mundo, cada cámara, refleja una cosa distinta. No obstante, en esta obra, un buen cineasta como Robert Altman comete un error impropio, incumplir un mandamiento que es casi un axioma. Nunca aburras al público.

Si quieres coger el bisturí y diseccionar el mundo de la moda, adelante, a por ello. Mayor será el mérito si consigues que gente que somos neófitos en la materia, al fin nos empapamos de algo de su día a día. Pero, por más que Sofía Loren siga luciendo de manera majestuosa con cualquier cosa que se ponga, lo simpático que es Marcello Mastroianni y poner una pareja del tirón de Robins-Robbins, "Prêt-à-porter" es una obra por momentos soporíferos, donde los personajes van y vienen, en una coralidad de pocas inter-actuaciones.

Talentos como el de Lauren Bacall o la siempre inspirado presencia de Kim Basinger se pierden en el olvido, tras un asesinato que parece interesar tan poco a los protagonistas como a nosotros. No sabemos si es la materia escogida, pero quien no se sienta entretenido por el mundo de la moda, no va a cambiar precisamente de opinión por este estreno de 1994.

Altman realiza una comedia mucho más inofensiva de lo que aparenta, generando pocas expectativas en los espectadores y sin un final que tampoco te ha justificado su coralidad y gracia, una razón de ser.

Preparado para llevar, probárselo y comprobar que esta ropa no te termina de hacerte sentir cómodo, pese a lo bonito del envoltorio.