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España España · Madrid
Voto de Servadac:
9
Drama 1921. Tras la entrada del Ejército Rojo en Odessa, los refugiados griegos vuelven a su país. Comienza entonces la historia de amor entre Alexis y Eleni, que se criaron juntos. Pero el padre de Alexis, que se siente muy solo tras la muerte de su mujer, desaprueba ese amor porque él querría casarse con Eleni. Por esta razón, los dos jóvenes abandonan el pueblo para ir a Salónica, aunque acabarán vagando por toda Grecia sin rumbo fijo. ... [+]
8 de agosto de 2010
48 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Theo Angelopoulos ha de leerse con el paladar de quien degusta un poemario.

Ha de saborearse plano a plano, verso a verso.

¿Qué sentido tendría preguntarse de cuánto tiempo se dispone para leer un libro de poemas?

Hemos de acompasar el pulso propio y la respiración al pulso y la respiración de las secuencias presentadas.

Hemos de respirar en el poema.

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El gris de Theo Angelopoulos es perla y es ceniza, agua eterna y luz sin horizonte.

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El cine de Theo Angelopoulos dialoga con la Historia en un presente de tristezas simultáneas.

Su estética del desencanto se entrega a la belleza de un crepúsculo infinito, claudica ante el dolor de un territorio lleno de suturas. El poeta, como Anteo, se nutre de la tierra. Y, como el capitán Ahab, sabe que en el mar encuentra su destino.

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Eleni es Grecia y es mujer. Su tragedia es personal y colectiva. Después de una primera hora casi de presentación, tras un suceso relevante que ocurre en plena fiesta (*), empieza un río de secuencias memorables que dura hasta el final de la película (inútil describirlas).

Páginas y páginas de verso extraordinario en las que las lágrimas de la heroína son las lágrimas de todos sus antepasados, presentes y futuros. En las que todos somos uno en la inminencia del dolor o de la muerte.

Cerramos, finalmente, el libro de poemas que es Eleni, mirando el bulto negro de las olas. Queda el sabor de un árbol de frutos inquietantes, el llanto de una madre ante el cadáver de su hijo (el agua como última frontera), las calles anegadas, un entierro fluvial, el paladar herido de mar y poesía.

Y si algún día todo pereciese,
habrá de ser tu luz
quien cierre nuestros ojos,
la que cierre estas puertas del cielo y del infierno
por donde llegó el ser y habrá de irse.
Y si aun la luz muriese,
nuestra tumba estará
allá donde se encuentre la tumba de tu luz. (**)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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