Jesse (Alyssa Milano) conoce, el mismo día, a dos pretendientes muy diferentes mientras trabaja como camarera. Por un lado está Ethan (Christopher Gorham), un escritor con poca fortuna (no ha conseguido publicar ningún escrito), amable, familiar, algo inseguro e idealista. Por otro tenemos a Troy (Michael Landes), quien triunfa con su agencia de publicidad y, sobre todo, goza de un tremendo magnetismo. La protagonista iniciará una doble relación, tratando de averiguar quién es mejor partido y sabiendo que una de las partes saldrá irremediablemente perjudicada.

El problema de El novio de mi novia es que se basa en situaciones recurrentes (de ello la redime, en parte, su giro final) dentro del género, además, es una comedia romántica de lo más blandita, tanto por su argumento como por sus gags. Es como si tuviesen miedo de ir demasiado lejos con algunas acciones y que éstas pudiesen comprometer a sus personajes.

La elección de los protagonistas resulta primordial para el éxito de una película de estas características, pero ni Milano, Landes o Gorham gozan del carisma suficiente como para llevar el peso de la misma (por mucho que Landes y sus tics recuerden ligeramente a George Clooney). En realidad, no se hace molesta ni es un desastre, aunque no destaca por nada en concreto ni resulta lo suficientemente atrayente como para que valga la pena.