Cuando se habla de películas para televisión y además están basadas en hechos reales uno siempre se espera lo peor, un mediocre subproducto de esos que se emiten a mediodía sin pena ni gloria. Sin embargo, Desaparecida en la noche, sin ser especialmente destacable termina resultando una digna miniserie a la que perjudica su elevada duración.

La vida de Cindi (Shannen Doherty) y David (Kevin Dillon) cambia radicalmente cuando tras la desaparición de su hija se convierten (sin pruebas fehacientes) en principales culpables de su asesinato, teniendo que pasar por toda clase de penurias mientras tratan de demostrar su inocencia y recuperarse de la pérdida de su pequeña.

Tanto la dirección como las interpretaciones son correctas, destacando las de Doherty, Dillon y el veterano Edward Asner, quién interpreta al detective John Waters. Si bien es cierto que se puede acusar a su guión de excesivamente dramatizado, buscando en todo momento que el espectador sufra por la situación de la pareja protagonista forzando y haciendo hincapié en la lucha por su inocencia contra policía, jueces o aquellos periodistas que con sus artículos logran ponerlos en contra de la opinión pública, creando una dura crítica, excesiva pero efectiva.