Aunque rodada varios años antes (de ahí su tono y estética puramente ochentero) su estreno tuvo lugar en pleno apogeo de la serie protagonizada por Doherty, Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210). Jóvenes intrépidos es una correcta película de intriga y amistad ideada para un público juvenil preadolescente, y que guarda ciertas similitudes de argumento e intenciones a otras producciones como Agente juvenil (If Looks Could Kill) o, salvando las distancias, Jóvenes ocultos (The Lost Boys), obviando toda referencia al género fantástico.

Lindsay Scott (Shannen Doherty) es la reportera del instituto y debe cubrir un acto político en el que sucede un altercado que lo convierte en noticia local. Pronto observa que tras dicho incidente se puede ocultar algo más grave y se lanza junto a dos amigos a investigarlo. Brandon (Adam Carl), cauto, feucho y empollón, y Tripp (Ryan Lambert), antítesis de Brandon, lanzado y rockero (sic) serán sus aliados en desenmascarar una trama que se antoja complicada dada su limitada capacidad de actuación.

Doherty demuestra solvencia y gracia, por lo menos la suficiente como para llevar el peso de la película, construyendo un personaje con carisma a pesar de las limitaciones del (ciertamente pueril, a tono con el público al que va dirigida) guión. La dirección peca de resultar demasiado plana y pobre a nivel visual, con un acabado más cercano al de cualquier producto televisivo. Del mismo modo el argumento sufre de poca base y de contar con varios personajes no definidos o poco desarrollados. Aunque eso sí, el trío protagonista goza de personalidad (la chica emprendedora, el moderno enrollado y el torpe inteligente), tópica, pero personalidad al fin y al cabo. Al final nos queda una cinta especialmente recomendada para los fans de Doherty y de indudable encanto naíf, o tal vez sea que mi memoria ha quedado nublada por el agradable recuerdo infantil que de ella todavía conservo…