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Voto de VICTOR LASZLO:
5
6,8
8.409
Drama
Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
11 de noviembre de 2015
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El octavo film de Naomi Kawase, nos trae una receta que ya explotó en su día el gran maestro Yajusiro Ozu en el film del año 1952 "El sabor de té verde con arroz".
En esta ocasión, el sabor es el del típico dulce japonés, para acercar a las personas en este mundo, donde todo son prisas. A través de tres generaciones de personas, que nada tienen que ver entre ellas y que se reúnen en una pequeña pastelería de la capital nipona.
El film tiene cierto sabor agridulce, ya que si bien su directora Naomi Kawase trabaja con sencillez y dulzura ese contraste del Japón actual, donde tradición y modernismo se dan la mano, con grandes y sencillas metáforas. Con una espléndida actuación de los actores, pero el lado agrío en el film es su ritmo tan pausado y esos planos de trenes que van y vienen sin ningún sentido en la obra.
El film en definitiva, no es tan dulce cómo ese dorayaki japonés.
En esta ocasión, el sabor es el del típico dulce japonés, para acercar a las personas en este mundo, donde todo son prisas. A través de tres generaciones de personas, que nada tienen que ver entre ellas y que se reúnen en una pequeña pastelería de la capital nipona.
El film tiene cierto sabor agridulce, ya que si bien su directora Naomi Kawase trabaja con sencillez y dulzura ese contraste del Japón actual, donde tradición y modernismo se dan la mano, con grandes y sencillas metáforas. Con una espléndida actuación de los actores, pero el lado agrío en el film es su ritmo tan pausado y esos planos de trenes que van y vienen sin ningún sentido en la obra.
El film en definitiva, no es tan dulce cómo ese dorayaki japonés.