Dos seres antitéticos: ella (Gil), independiente y liberal, incorregiblemente infiel; él (inmenso Pere Ponce), verborreico y monógamo, de aficiones culturales. Así construye Martínez-Lázaro y sus dos coguionistas una excelente comedia sentimental, luego prorrogada en la aún mejor "Los peores años de nuestra vida". Ambas forman un dúo ejemplar de comedia verborreica, rítmica, inteligente y naturalista, superior en todos los aspectos a intentos coetáneos de Colomo ("El efecto mariposa", "Alegre ma non troppo": aún así buenas películas), Trueba ("Two much", un engendro olvidable lleno de mediocridad) o Gutiérrez Pereira ("Todos los hombres sois iguales" o "Boca a boca"). Estas dos películas forman un matrimonio francamente bien avenido. Aunque es cierto que Trueba alcanzaría la obra maestra con "Belle epoque", solo que a esta le falta su pareja correspondiente.
Muy bien construida, con una magnífica dirección de actores y un conocimiento perfecto del tipo de público al que va dirigida, resulta un logro apreciable, divertido, liviano, profundo y maduro en el trilladísimo tema de las relaciones de pareja.