Gallipoli es uno de los grandes mitos del cine australiano, presentación que a priori no tendría porque mejorar a un filme hecho en Cuenca.
Sin embargo, la película de Peter Weir se revela conmovedora al poco de empezar. La historia de Mark Lee engancha casi desde el primer momento y Weir aprovecha el camino del joven corredor que trata de convertirse en soldado para mostrarnos la grandeza y pobreza de la vida. La fotografía es de 10, cada plano rebosa belleza. Incluso Mel Gibson está espléndido, demostrando que antes de ser una estrella era un verdadero actor.
Peter Weir se las ingenia para que nos vayamos encariñando con sus protagonistas mientras llegamos a Gallipoli, enseñándonos con sutileza cual será el destino de la joven pareja. Durante la batalla, uno ve a esos dos tipos como si fueran sus vecinos, amigos e incluso hermanos, temiendo por su futuro. La crudeza de la batalla te mantiene pegado a la pantalla durante el último acto de la película, magnificando una espectacular experiencia de empatía y terror. A lo largo de la última media hora uno siente tanta afinidad por los protagonistas como pánico ante la guerra.
A lo anterior hay que añadir algunos acertados pasajes sobre el amor, la familia, el choque cultural o el papel del individuo en el estado. En definitiva, una emocionante, preciosa y reflexiva película de obligada visión.

Desde el primer plano hasta el último, Wong Kar-Wai se olvida de todo pensamiento lógico y va directo a la emoción. En esta película es la viscera quien se ocupa de la narrativa, no así el intelecto. Una relación amorosa con toques a lo nouvelle vague, un erotismo de extremos opuestos y una belleza pictórica incluso en el más mínimo detalle hacen que esta película supere el apelativo de film para convertirse en una experiencia sin paliativos.
El único pero, aunque esto quizás sea debido al puntillismo personal, es la excesiva repetición de la banda sonora que, si bien raya el nivel de hermosura expuesto por la imagen, puede convertirse en cansina y esperable.
Altamente recomendable siempre y cuando uno sea capaz de dejarse llevar por las emociones y abstraerse de cualquier pensamiento lógico. A veces da la impresión de estancarse, pero... ¿Se estanca la película o verdaderamente es una certera descripción de los vaivenes del (des)amor? Personalmente, abogo por lo segundo.

Magnífica la utilización de la lluvia como elemento externo que lanza la unión de las psiques de la pareja. Recuerda en algo a aquello de "yo soy yo y mis circunstancias"...
Ojo a los pequeños y violentos travellings que empujan a los personajes a tomar decisiones. Lejos de hacer evidente la mano del director, convierten lo visual en emocional. Toda una lección de cuando y cómo mover la cámara sin salirse de la historia.

Un magnifico thriller, simplemente por su historia merece ser calificada como una película sobresaliente. Además, contiene un potente trasfondo moral y político, que te involucra en el film de manera inevitable, salvo que tengas el compromiso social de una mantis religiosa.
En lo formal, impecable el plano secuencia de presentación de los mendigos, digno de preservarse en la retina universal. Toda una muestra de cómo el ingenio siempre hará más que el dinero. La utilización del sonido es asombrosa, adquiriendo cuando la película lo necesita más importancia que la imagen. Desde la melodía silbada al punteo del clavo, Lang demuestra ser uno de los cineastas que mejor acogieron el paso al sonoro, aunque quizás sigue tirando de excesivas explicaciones con cartas y carteles, a modo de intertítulos.
Obra maestra del cine en general y del genero negro en particular. Imperdible.

Realmente la sensación con la que uno sale del cine tras ver esta película es de agradecimiento. Todo, absolutamente todo, desde las interpretaciones a la mas o menos acertada dirección queda en un segundo plano gracias al buen rato que te hace pasar está película desde el primer momento. La película recoge el humor de lo absurdo pero haciéndolo francamente verosimil, plasmando en casi 90 minutos lo que es la esencia de una ciudad tan bipolar como Sevilla. Pero no se queda ahí, ya que la historia que cuenta pasa de Sevilla al mundo y resulta apta para cualquier tipo de espectador. Tiene momentos francamente geniales, empalmando una brillantez tras otra y logrando la que posiblemente sea la mejor comedia española del siglo XXI. Así de claro.

Película torpe, crecida en su propio ego, vacía, innecesaria por completo. Decálogo de como un director puede arruinar por completo el trabajo de todo su equipo. Como destrozar una fotografía que podría haber sido hermosa de haber tenido un poco de inteligencia el director a la hora de seleccionar encuadres o de quitarle la cámara al operador con parkinson y darsela al sano. La dirección artística está minada de cliches y de referencias estúpidas, que buscan una metáfora oscura y se suelen tornar imbéciles. La interpretación... Bueno, Vicent Cassel se salva. Natalie Portman ni me dice nada ni ya esperas que te lo diga (¡Que diferencia esta chica cuando trabaja con un director de verdad como Nichols!). Efectismo barato, una y otra vez, clichés, clichés, clichés... ¿Y la historia? ¿Y la belleza? Todo sobra en esta película, empezando por el hecho de pagar una entrada por verla.
Película para modernitos gafapastas que valorarán a saber que virtud de una historia que no cuenta absolutamente nada, pero se da la pretensión de obra maestra. Aronofsky, por el bien de todos, se debería haber retirado tras hacer pi, porque a cada nueva "obra maestra" se supera en estupidez y en lo vacío de la dirección y los planteamientos. Una pena, porque la idea de base y los mimbres eran buenos, pero... Todo resulta un desastre de principio a fin.