La película narra la vida de una familia tras adoptar a un niño miedoso y con pequeñas dificultades del habla. Pese a la sencillez de la historia, o quizás gracias a ello, resulta conmovedora. Tiene también un ligero toque de fantasía relacionado con las focas. En cuanto a las actuaciones, destaca sin duda Aidan Quinn; aunque el resto del reparto también se gana el sueldo. Finalmente, cabe hacer mención a la belleza de los paisajes (acantilados, colinas, prados, cuevas, etc.) y a la serenidad que transmiten.

Si una buena película es aquella que hace sentir al espectador, ésta es, sin duda, una muy buena película. Mediante un fino sentido del humor, presentando escenas cotidianas que, ahora vemos, rozaban lo absurdo, consigue despertar un sentimiento de rabia hacia una sociedad prejuiciosa e intolerante no tan distante ni en tiempo ni en espacio.

Quizás, para las personas que estamos acostumbradas a que en noventa minutos nos narren la vida amorosa de unos personajes desde la infancia a la senectud, esta película resulte desesperantemente lenta y vacía. Y es que la riqueza de esta película no hay que buscarla en la relación entre los hombres que la protagonizan, sino en la historia que arrastra casa uno de los personajes y en cómo esa historia consigue transmitir y conmover a quienes estamos al otro lado de la pantalla.

Tengo la novela en la estantería desde hace años, un regalo, pero nunca me ha apetecido leerla. Con la película me pasaba algo parecido, creía que iba a ser un caos sin sentido, pero me equivocaba. La película no sólo narra una preciosa historia de amor, sino que hila finamente todas las escenas, dándoles sentido conforme se suceden. Una historia muy imaginativa plasmada en una película curiosa, original, tierna y, sobre todo, romántica.

La verdad es que el título le va como anillo al dedo, ya que es una película en la que se ven morir todos los sueños de los protagonistas. Es una película dura, por su contenido y su crudeza. Además, la forma en la que se presentan las escenas (cambios bruscos de plano, escenas aceleradas, etc.) consigue transmitir la ansiedad que sienten los protagonistas. Lo mejor, sin duda, el tema principal de la banda sonora, de Clint Mansell.