Frank Oz, director de películas infumables como “Bowfinger, el pícaro” o “Esposa por sorpresa” (ambas con el siempre odiado Steve Martín), nos sorprende esta vez con una divertidísima comedia negra o “de color” que sin ninguna duda entusiasmará a los amantes de este maltratado género, pues son muchos los bodrios que se esconden bajo esta variedad de comedia con humores de supuesto mal gusto o hirientes.

Su duración es la justa y necesaria, 90 minutos en los que no podrás despegarte de la pantalla si no es tienes que ir al lavabo a aliviarte urgentemente (como hace el anciano y decrépito tío de los protagonistas, que no puede valerse por sí mismo ni para extraer heces de su angustiado ojete.

El humor soez y fácil se fusionará con el inteligente y sorpresivo para dar como resultado las situaciones más inverosímiles que puedas imaginar en lo que parecía que iba a ser un velatorio convencional. ¿Lo parecía? No lo sé, dímelo tú (ávido lector de esta lamentable crítica).

Gran película acompañada de una gran interpretación de Denzel Washington.
La lucha de un joven boxeador ayudado por unos amigos que confían en él y creen en su inocencia al ser encarcelado injustamente, da como resultado una emocionante y vigorosa película.
Digna de mención, para los que gusten de buena música, la canción de Bob Dylan que lleva como título Hurricane, bella.

Se enciende el sol, terminó la partida sale a la calle harto de jugar todo perdido entre humo y bebidas y una semana para pasar. Sin dinero ya ves que no hay viaje, no hay amigos, sombra ni sol; señalado por la suerte, un fantasma con tu nombre del cielo bajó... ¡pobre jugador!.
Así definía un suave escritor llamado Yosi a un jugador de cartas, y así es la vida de Mike (Matt Damon), un excelente proyecto de abogado y un mejor jugador de póquer.
Mike es inteligente y observador, su amigo "Gusano" (Edward Norton) un exconvicto y tramposo; juntos deberán hacer lo que mejor saben hacer, dejándolo todo y a todos, para seguir el sueño de sus vidas, o simplemente conservarlas.
Una buena película con amistad, suerte, tahúres (diestros y zurdos) buenas mujerzuelas y grandes actores secundarios (véase John Malkovich o el siempre informal Martin Landau).

Navidad de 1981, Madrid está nublada y fría, igual que Germán Areta (alias El Piojo), un investigador privado al que le encomiendan la misión de encontrar a la hija de un hombre atormentado y misterioso.
Este curioso investigador cuenta, por supuesto, con la ayuda de su fiel vasallo, El Moro, un delincuente aparentemente reformado que le ayuda a moverse en los barrios bajos de la ciudad, bien interpretado por Miguel Rellán (Bacterio en la serie "Compañeros" pero con melena).
Humor negro, timbas de mus, intriga y grandes dosis de emoción y tristeza me han llevado a calificar esta película como Muy Buena; ser producto made in Spain debe darle un plus, demostrando que aquí también puede hacerse buenísimas películas como ésta, aunque Garci no sea santo de mi devoción, me levanto y aplaudo quitándome el sombrero.

Los elegidos es una buena película de acción con tintes "tarantinescos", si me permiten la invención, con dosis de humor, que nos muestra la mejor cara de la religión, la de hacer verdadera justicia con los hijosdeputa que ensucian nuestras calles, en vez de la de los curas pederastas o los arzobispos con pichas bañadas en oro.
Dos hermanos de origen irlandés viven en Boston tranquilamente en su cristiana inmundicia cuando, de repente, su vida cambia por completo convirtiéndose en funcionarios de Dios (llámale fuerza, energía o algo si quieres). Ellos deciden quién debe morir y quién puede seguir con su vida hasta que la bendita muerte pose su mano en su hombro. Esto no gustará a los jefes de la mafia de Boston que verán como su negocio corre serio peligro y querrán poner fin a esa matanza.
La película está rodada con mucho ritmo, mostrándonos de manera atractiva como sucede la acción mediante las investigaciones de un agente profundamente maricón protagonizado por Willem Dafoe y una acertada banda sonora que acompaña muy bien cada secuencia.
Amén lectores y cuidado con lo que hacéis... os estoy vigilando.