Los niños son un público exigente, aunque queramos que no lo sea. Les damos productos de animación sin pararnos a pensar si les gustarán: así, los niños han visto Shrek, han visto la película de Los Simpson, y han visto muchas películas "de dibujos". Sin embargo, son muchos los que hemos visto Basil (y su horrible portada, que no le hace justicia), y la reconocemos como una obra maestra.

No es una típica película: a mí me daba miedo, y puedo entender por qué. Se habla de asesinatos, una de las escenas es en un burdel, hay varias muertes...si no fuera porque los protagonistas son animales (ratones sobretodo, salvo el malvado Rattigan, una rata) sería una dignísima película de aventuras.

Un Basil histriónico y algo tosco, un Rattigan sediento de poder que toca la locura, un gato que actúa como ejecutor...y el cameo de los personajes creados por Conan Doyle, a modo de guiño, son parte de un elenco que sí, es disneyficado (si se me permite el término) pero que no por ello pierde carisma.

Esos escenarios oscuros y decadentes, algunos del todo perturbadores, como en la escena de la juguetería, y otros ostentosos, como el cuartel de Rattigan.

Recomendable es decir poco, es casi obligatoria.

Antes que nada avisaré de que vi ésta películas a sabeindas de que el director era Harold Ramis, que demostró que lo suyo era reírse de las apariencias y de lo establecido, y que podía ser realmente efectivo. "Atrapado en el tiempo" puede considerarse un clásico ochentero, "Una terapia peligrosa" nos regaló el dueto De Niro-Crystal... Y no todas sus películas son memorables, pero he de reconocer que me reí mucho con "Al diablo con el diablo"; me gustan las comedias facilonas, aunque sean obvias y hasta soeces: uno no siempre tiene ganas de pensar, a veces quiere disfrutar del espectáculo, y así me dispuse a ver "Año Uno", con uno de mis actores favoritos, Jack Black.

Hice mal.

Al principio, uno espera una especie de historia de supervivencia, que veamos al par de frustrados que son Black y Cera en su camino hacia el descubrimiento. Pero Ramis debió perderse por el camino del buen gusto. Lo que empieza con una simpática andanza prehistórica se convierte en un "Ja, ja, se meten con la Biblia" a cada rato. Entendedme, me rei mucho con "La vida de Brian" y no soy lo que se dice un devoto cristiano, pero, ¿hacía falta ser TAN explícito? ¿Hace falta decirlo todo claramente, y decirlo todo bien alto?

Por desgracia nada destaca sobre el guión, que ya de por si parece hecho con prisas; Jack Black hace de histriónico regordete, Michael Cera de panoli, Vinnie Jones de tipo violento...y el resto parecen perdidos, empezando por un Oliver Platt correctillo, un Christopher Mintz repitiendo el papel de "Supersalidos" y una Olivia Wilde ("Trece" en la serie "House") que se dejó las ganas de actuar en la consulta. Ni dirrección (cuando la hay), ni fotografía (¡Por amor de Dios, esas pantallas verdes que tanto cantan!), ni nada que sea digno de mención.

Si vais a ver ésta película, pensáoslo bien: tenéis más, mejores y más divertidas opciones. N digáis que no avisé.

Mal que le pese, M. Night Shyamalan será siempre el director de la película que le dio la fama y el reconocimiento, "El sexto sentido", vendida como película de terror. Y creo conveniente hablar un poco de ella para hacer una buena crítica:

Cuando crees que vas a ver una película de terror, y te encuentras con una película como "El sexto sentido", con toques de terror, pero más cercana al thriller psicológico bien narrado, te sientes bien. Y te sientes bien porque lo que pretendía ser una sesión de sustos acaba siendo una velada entretenida. Los más exigentes disfrutan con la melancolía de Bruce Willis, y los más "superficiales" tendrán su ración de terror y suspense.

Con ésta película, ocurrió lo contrario, y es que el márketing nos la vendió como una película de acción e intriga, como en los cómics. Bruce Willis ahora repartiría mamporros y Samuel L. Jackson, como en los mejores tiempos, lo ayudaría, y...los espectadores dieron su veredicto al respecto: no era una película de explosiones, tiros y combates épicos. Shyamalan nos había traído al superhéroe que sufre, siente, piensa, un ser humano con una misión. No se trata de un adolescente inadaptado ni de un solitario rebelde, no, el protagonista es un cuarentón con un matrimonio en crisis, un sueño sin conseguir y un trabajo con poco futuro.

Cada plano, cada diálogo, cada mirada, todo parece capaz de plasmarse en viñetas. Pero hace falta verlo en la pantalla, porque es ahí donde la historia cobra vida de verdad. Y es que, como dice Elijah (L.Jackson): "La vida real no cabe en las viñetas que se dibujaron para ella".

Porque si hay algo que me dio una bofetada en ésta película es el final. Si tengo que decirle a alguien qué es lo más descolocante, lo más raro, lo más turbador, y lo mejor de toda la película, me saltaré la dirección acurada, la brillante fotografía, el reparto perfecto (con Bardem a la cabeza) y pasaré a Tommy Lee Jones escribiendo un epitafio a todos los héroes del cine, unas últimas palabras, un minuto de silencio con palabras.


Por las viejas historias, que tantos buenos momentos nos han dado.