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Críticas de Celuloide
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de noviembre de 2019
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, a lo largo de su historia, siempre ha encontrado en los adolescentes problemáticos un filón con el que hacer grandes películas. En el caso que nos ocupa, la directora alemana Nora Fingscheidt nos trae a nuestras acomodadas vidas "System Crasher", la historia de una niña de 9 años cuyo temperamento trae a todos los que están a su alrededor por la calle de la amargura.

Bennie (increible Helena Zengel) va de un centro de acogida a otro, sin que sean capaces de dar con la tecla que calme su furia interior. Su madre, inestable emocionalmente, la ha dejado al cuidado del estado y sus abnegados funcionarios. Entre todos ellos destaca la señora Bafané (Gabriela María Schmeide), la cual busca incansablemente hogares de acogida para la pequeña y Micha (Albretch Schuch) su guardaespaldas para llevarla al colegio, quien se involucra muy activamente en el intento de salvar a Bennie.

La película está rodada de forma muy inteligente, con muchísimo talento, mostrando desde el principio los efectos que los diferentes traumas infantiles han causado en la pequeña Bennie, pero diseminando muy poco a poco durante el metraje las causas que han provocado el estado mental actual de la niña, la cual tiene tanto amor como furia en su interior.

Se trata de una historia dura, pero muy emocionante, que cala al espectador hasta lo más hondo de su ser. El cual, además, se enfrenta a un personaje que puede parecer odioso al principio, pero que enseguida cautiva, gracias sobre todo a la excepcional interpretación de la niña Helena Zengel, quien logra transmitir de forma excepcional las dos caras de este maravilloso personaje. El guión, de la propia directora Nora Fingscheidt sorprende continuamente, a pesar de transitar en algunos momentos por parajes muy transitados para cualquier cinéfilo.

El broche de oro a la película lo pone el tema "Ain´t got no" perteneciente a la Opera rock "Hair" e intepretado por otra ilustre rebelde, Nina Simone. Yo les incito a que se acerquen a conocer a Bennie, estoy seguro que les robará el corazón, eso sí, tengan en cuenta que poco después de robárselo, lo romperá en mil pedazos.
Gabriel Menéndez Piñera
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7
18 de junio de 2019
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo escuchando canciones de Elton John desde el año 1983 y me considero uno de sus mayores seguidores. Tengo todos sus discos (que ya son), los cuales llevo coleccionando desde 1988, ya sea en vinilo o CD. Por todo ello cuando vi en el cine el trailer de "Rocketman" (Dexter Fletcher, 2019) me tembló todo el cuerpo, ante la posibilidad nada remota de que se cometiera con su vida otro desaguisado, similar al que se llevó a cabo el año pasado con la de Freddie Mercury en "Bohemian Rapsody" (Brian Singer, 2018). Sin embargo tengo que decir que he salido bastante satisfecho con esta libérrima adaptación de la vida de Sir Elton John, la cual han tenido el acierto de convertir en un musical despojado de todo tipo de referencias temporales.

Reginald Kenneth Dwight es un tímido niño falto de amor paterno y cuyo talento natural con el piano le convertirá ya en su juventud en Elton John (interpretado por Taron Egerton) una de las mayores estrellas del firmamento musical del siglo XX. Sin embargo, su adicción a las drogas y al alcohol, así como algunos desencuentros amorosos harán de su vida algo muy parecido a un infierno.

El mayor acierto de "Rocketman", aunque en un principio cueste asimilar, es usar las letras de sus canciones (escritas la gran mayoría de ellas por Bernie Taupin) como hilo conductor del film sin importar que no se correspondan con el momento de la vida de Elton que se esté mostrando en pantalla. Por poner un ejemplo, la primera canción que aparece, cuando Reginald es todavía un niño, es "I want love" la cual aparecía en el disco "Songs from the west coast" del año 2001. La razón de usarla en ese momento es que la letra cuadra perfectamente con lo que siente Reginald en ese momento de su vida.

Otro punto a su favor es no buscar en Taron Egerton un doble de Elton John, si no una mera aproximación a su físico y a su voz, siendo la voz del actor la que interpreta las canciones en el film. Este detalle tan simple le da al producto final una patina de realismo la cual contrasta perfectamente con todo el aire de ensoñación musical que tiene la película. Por otro lado la actuación del joven actor británico cumple con creces lo esperado, apoderándose del espíritu de Elton sin caer en la sobre actuación en ningún momento.

En cuanto al director Dexter Fletcher, su labor es muy correcta en todo momento, sin destacar de forma excesiva en casi ningún momento. Eso no es óbice para que en algunos momentos la puesta en escena y los movimientos de cámara rallen a gran nivel.

Mención aparte merece una escena en particular cuya elaboración sólo puedo calificar de sobresaliente. Me refiero a la escena en que Reginald y su grupo Bluesology hacen una de sus primeras actuaciones en un bar un sábado por la noche y en la que comienzan a interpretar "Saturday nights alright for fighting". En ese momento se produce un larguísimo plano secuencia (trucado en un par de momentos) de una ejecución simplemente brillante. Sólo por este plano ya merece la pena el precio de la entrada, pero sin duda no es lo único.

Fletcher sabe que tiene un personaje muy potente entre manos y deja que el público vea sus excesos, sus carencias y errores, a la vez que deja que se emocionen con su enorme talento como compositor. Todo ello hace que "Rocketman" sea un musical sí, pero con muchas sombras en el relato, lo cual le da un plus de originalidad al film y hace que su nota suba un par de puntos por lo menos.

Elton John, dejó muy claro en su momento que no permitiría que se hiciera una película sobre su vida que no fuese sincera con su homosexualidad, sus adiciones y sus pataletas. En este aspecto supera con creces a muchos otros "biopics" musicales realizados en este siglo sobre grandes músicos del siglo pasado.

Han pasado ya unos días desde que fui al cine a verla y aún no tengo muy claro si todas estas virtudes de las que os estoy hablando son fruto realmente del producto cinematográfico o es que la música de Elton John me abduce de tal manera que hace que todo me parezca maravilloso. Tendré que esperar a un segundo visionado para posicionarme de forma más clara. Lo que estoy seguro es que el placer que me produce esta película es real, a pesar de que todo lo narrado en ella lo conozco desde hace muchos muchos años.

Gabriel Menéndez Piñera
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8
18 de octubre de 2021
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 45 años comenzaba en el cine español un género que daría en los siguientes años un buen número de títulos, los cuales tuvieron mucho éxito, tanto en la taquilla, como en el imaginario colectivo. En ellas, jóvenes de clase baja tomaban drogas, atracaban diversos establecimientos, robaban coches y tenían sexo sin los prejuicios de la clase media española de la época. "Las leyes de la frontera" (2021, Daniel Monzón) se podría considerar un ejercicio de nostalgia, pero es mucho más, es una gran película en todos los sentidos que además a los que ya cumplimos los 50 años nos trae una buena cantidad de recuerdos.

Girona, verano de 1978, Nacho (Marcos Ruiz) es un joven tímido de 17 años, que comienza el verano con poca o ninguna expectativa de salir de la rutina consistente en piscina, cine y salas de recreativos. En una de estas salas conoce un día a Tere (Begoña Vargas) y a Zarco (Chechu Salgado), una pareja de jóvenes delincuentes. Nacho se introducirá en la banda de Zarco con el objetivo de conquistar a Tere y, de paso, vivir nuevas experiencias muy alejadas de su vida formal.

Daniel Monzón tras éxitos comerciales como "Celda 211" (2009) o "El niño" (2014) en las que el guión lastraba en gran parte los logros técnicos y artísticos que contenían ambas cintas, ha dado esta vez en el clavo. En su noveno largometraje todos los aspectos del mismo están a un nivel muy alto, consiguiendo cuajar una obra que ca a sentar cátedra y posiblemente sea la culpable (en el buen sentido) del resurgimiento del subgénero quinqui en nuestro cine.

Lo que más me ha llamado la atención es la excelente ambientación que posee "Las leyes de la frontera", ya que han conseguido que el espectador se retrotraiga a esa época en la que España empezaba a desperezarse, en la que la libertad (y el libertinaje) empezaba a asomar a través de una juventud ansiosa de probarlo todo y que se chocaba de bruces contra la España de familia tradicional, toros y vacaciones en el pueblo con la familia. Así, vemos calles sin asfaltar, juke box en los bares, carteles anunciando espectáculos circenses o corridas de toros, pequeños negocios ya desaparecidos hace muchos años y muchos menos coches que ahora. Por poner un par de pequeños peros, en una de las escenas aparece un frasco de tomate, que no existía en ese formato en 1978 y en otra escena se vislumbra un baden en un paso de cebra que tampoco era algo que hubiera en esos años. Así mismo se comenta la muerte de Juan Pablo I, la cual sucedió a finales de Septiembre de 1978, mientras que la película transcurre unos meses antes, durante el verano de ese mismo año.

El trabajo de Monzón en la dirección es excelente, la película tiene un ritmo altísimo durante las más de dos horas de duración de la misma, de tal forma que consigue mantener, en todo momento, la atención de espectadores de todos los niveles. Así mismo, las escenas de acción están rodadas de forma excelente, como suele ser habitual en sus películas, mientras que la puesta en escena de las escenas más dialogadas está muy trabajada y posee bastante originalidad en su planteamiento.

El guión, escrito por el propio director junto con Jorge Guerrivaechevarría, se basa en parte de la novela del mismo título escrita por Javier Cercas en 2012, concretamente en el segmento en el que los protagonistas son más jóvenes. Monzón únicamente muestra la edad adulta de los mismos, al inicio y final del film, mostrando lo que pasa en pantalla como los recuerdos de Nacho, cuando ya sobrepasa ampliamente los cuarenta años. Se trata de un guión muy sólido, sin apenas fisuras y que consigue tocar muchos palos, sin caer de forma excesiva en estereotipos o clichés. Quizás hay una sobredosis de momentos musicales, los cuales son plenamente disfrutables por el espectador, tanto en su aspecto visual como auditivo, pero que pueden pecar de excesivos.

Dejo lo mejor para el final, la gran sorpresa del film son Begoña Vargas y Chechu Salgado, a quienes se les han dado dos personajes que son dos golosinas y que ellos han sido capaces de aprovecharlos al máximo. Chechu crea un Zarco carismático, íntegro a pesar de sus actividades delictivas y que se fusiona con el espectador sin posibilidad de huida. Para el trabajo de Begoña Vargas mi capacidad descriptiva se va a quedar corta, no se como explicar la excelsa naturalidad con la que ha compuesto una Tere fuerte, libre, bella, graciosa, con una personalidad y un carácter a prueba de bombas. Ambos se merecen cualquier premio que se les quiera otorgar, empezando por más buenos papeles en su próxima agenda de trabajo.

Recomiendo a cualquier cinéfilo, sea de blockbuster o de cine de autor, que vaya a ver "Las leyes de la frontera", pasará un muy buen rato y verá una película de mucha calidad. Si además ha pasado la barrera de los 50 años, tendrá una experiencia sensorial que le pondrá los pelos de punta en varias ocasiones.

Gabriel Menéndez Piñera
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8
25 de noviembre de 2019
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace falta tener una historia grandilocuente entre las manos para hacer una enorme película. Eso es algo que los franceses nos llevan demostrando desde que el cine es tal y una nueva muestra de ello es "Matthias & Maxime", la octava película, a sus 30 años, del genial director canadiense Xavier Dolan.

Matthias (Gabriel D'Almeida Freitas) y Maxime (el propio Xavier Dolan) son dos amigos de la infancia que siempre han mantenido una buena amistad. Un día en una reunión de amigos, se les pide que se besen como parte del rodaje de un cortometraje. Ese beso será el disparo de salida de toda una serie de dudas sobre la verdadera naturaleza de su relación. Dudas que habrá que resolver lo antes posible, ya que Maxime se marcha en dos semanas al continente Australiano a buscar trabajo.

Xavier Dolan vuelve a dar toda una lección de como crear escenas de una gran belleza cinematográfica sin excesivos alardes. Su talento a la hora de colocar la cámara y crear encuadres magníficos casi no tiene parangón en el cine actual. Así mismo, la laboriosa puesta en escena es de una calidad realmente excepcional y la música, como es habitual en sus películas, se integra perfectamente en la narración sin resultar nunca redundante.

Como único punto flaco diría que le sobran discusiones entre el grupo de amigos, los cuales parecen siempre incapaces de hablar como adultos que son, de tal forma que en algunas escenas se nos presentan casi como adolescentes sin criterio. Algo que contrasta con las numerosas referencias culturales con que nos obsequia el guión de la película, escrito como suele ser habitual por el mismo Xavier Dolan, quien también se encarga del montaje del film.

No me queda más que recomendar abiertamente esta obra, la cual posee más calidad cinematográfica en sus dos primeros minutos de metraje, que la suma total del 90% de los títulos que nos vienen del adorado Hollywood. Hay belleza en casi todos sus planos, pero yo me quedo con esa primera escena, que consiste únicamente en los dos personajes subiendo a un coche y emprendiendo juntos el recorrido hacia la reunión de amigos que desencadenará el resto de la historia.

Gabriel Menéndez Piñera
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7
28 de febrero de 2021
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años hemos podido disfrutar de unas cuantas películas sobre la identidad sexual de los adolescentes, todas ellas de gran calidad. Por decir sólo algunas, me quedo con “Fucking Amal” (1998, Lukas Moodyson), “La vida de Adele” (2013, Abdelatif Kechiche), “Call me by your name” (2017, Luca Guadagnino) y “Con amor, Simon” (2018, Greg berlanti). No obstnate, “Dating Amber” (2020, David Freyne), destaca sobre las demás por su frescura, su sencillez y su pareja protagonista.

Nos encontramos en la Irlanda católica de mediados de los 90. Eddie (Fionn O’Shea) y Amber (Lola Petticrew) son dos compañeros de colegio en el último año escolar. Ella tiene muy claro que es gay, pero él tiene un lío enorme acerca de su orientación sexual. Para acallar las bocas de sus compañeros de colegio hasta que acabe el curso, deciden hacer creer a todo el mundo que son pareja.

Lo primero que llama la atención es la impresionante química que existe entre los dos jóvenes protagonistas, a los cuales se les ve más que felices cuando comparten tiempo juntos. Su conexión es absoluta, pero en sus escenas individuales también destacan por su naturalidad y buen hacer. Son, sin duda, dos talentos a seguir en un futuro en el que espero volver a verlos en la pantalla varias veces.

David Freyne, autor también del guión, nos trae una historia fresca, simpática y a la vez profunda. En ella nos refleja las dificultades que pasaron miles de personas en Europa, hasta hace muy pocos años, para mostrar al mundo como son realmente y como hubo muchos que nunca tuvieron el valor para hacerlo.

El director irlandés le imprime un ritmo trepidante a su segundo largometraje, de tal forma que las escenas se suceden de forma fluida. Así mismo logra momentos puntuales de gran belleza y dificultad técnica, aunque quizás son demasiado escasos.

En resumen, una película muy disfrutable y que se suma a la lista de títulos que afrontan la problemática homosexual. Esperemos que dentro de poco ya no haya que seguir haciendo este tipo de películas. Significaría que hemos seguido avanzando en la normalización de las personas homosexuales dentro de la sociedad y que, por lo tanto, estas historias nos parecerían anacrónicas.

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Gabriel Menéndez Piñera
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