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España España · Santa Margarida i els Monjos
Críticas de Víctor Baylach
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de diciembre de 2019
99 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noah Baumbach escribe y dirige su obra más prometedora hasta la fecha, en la que nos adentra a lo más profundo de una historia matrimonial en su momento más difícil y rompedor. En “Marriage Story”, un director de teatro y su mujer actriz luchan para superar un divorcio que le afecta tanto en lo personal como en lo creativo, agravándose por el conflicto que conlleva la custodia de su hijo. Si bien no resulta una idea demasiado innovadora si refleja una realidad amarga con impacto cada vez mayor en las familias y en la sociedad.

El cineasta, para crear una historia mucho más profunda, ha realizado un ejercicio de investigación tanto entrevistando a abogados y mediadores como preguntando a personas cercanas y lejanas sobre sus experiencias. Gracias a su indagación, le permite construir un metraje más afinado combinando diferentes géneros, hábilmente mezclados, ya sea des del drama y la comedia romántica, hasta el thriller jurídico e incluso el acto musical. Encuadra las escenas más personales utilizando primeros planos y planos secuencias que ayudan a conectar el espectador con las diferentes posiciones de cada personaje.

Scarlett Johansson y Adam Driver sustentan la narración con toda franqueza y realismo. Ambos se muestran plenamente expresivos, transmitiendo cada sentimiento doloroso y amargo, incluyendo momentos de duda y desesperación o felicidad y apacibilidad. Driver sobresale, sin empequeñecer a Johansson que también resulta más que convincente en la que resulta su mejor interpretación en años.

“Marriage Story” partiendo de la estructura narrativa de un divorcio, cuenta la historia del matrimonio, indagando en el amor que reside en la ruptura, como afrontarla, y como en conjunto e individualmente continuar adelante. A su vez, trata sobre la división y el distanciamiento que impone la abogacía, que agravan y distorsionan los hechos para el beneficio propio. Todo contado con unas interpretaciones contundentes y sinceras, logrando un metraje de gran naturalidad y autenticidad, sin desproporción ni exageración, aún que, en ocasiones, adolece de cierta sensiblería mesurada.
Víctor Baylach
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7
3 de febrero de 2023
82 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
En menor o mayor medida, todo aquel hijo de los años 90, al igual que podría pasar con Robin Williams, Jim Carrey o Will Smith, guarda un cierto cariño a la figura de Brendan Fraser, un cariño basado en las tantísimas tardes que, volviendo de nuestro videoclub favorito, nos reuníamos con los VHS de “The Mummy”, “George of the Jungle” o Looney Tunes: Back in Action” y con quien nos dejábamos llevar al son de la más tonta carcajada infantil. Pero al pasar de los años, su recuerdo se disipó y perdimos la pista de nuestro querido aventurero. A pesar de su potencial, (llegando a ser nombrado como el nuevo Harrison Ford), sin dejar la actuación y explorando papeles que lo desvincularon de la aventura y la comedia infantil, Fraser se topó con los sucios e injustos caprichos de la vida y, sin entrar en terreno personal, su nombre quedó casi en el olvido, casi recordado solo por aquellas mentes melancólicas que recordamos con cariño a uno de los héroes de nuestra infancia. Pero después de la caída, puede haber resurrección, y nuestro querido amigo, de forma sutil, ha estado resurgiendo de sus cenizas durante estos últimos años para llegar hasta la cima con “The Whale”.

El muy criticado cineasta Darren Aronofsky, después de su último trabajo, la salvaje, infravalorada e incomprendida “Mother!”, se dispone a regresar para acallar las destructivas bocas que solo sacaban m*erda de él y de su última película, llegando a ser nominada injustamente a los premios Razzie. Aronofsky centrándose en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, quien también escribe el guion de la película, viene a traernos la historia de Charlie, un solitario profesor de inglés con una espantosa obesidad mórbida de 265kg, que intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.

Se cuenta que Aronofsky, en su búsqueda, no tardó demasiado en poner el rostro de Fraser al personaje de Charlie, y es que el papel le viene como anillo al dedo. Mucho más allá de la desmejora física de Brendan, su lucha contra la mismísima vida, parece que le haya estado preparando para este papel. Charlie, quien sufre de una fuerte depresión a raíz de una devastadora perdida, sacia su profunda culpa y ansiedad a bocado vivo, lastrando quilos y quilos de pizzas, bocadillos de doble queso, salsas y alitas de pollo. Pero mucho más allá de las muchas y sudadas capas de grosor, en el fondo se encuentra un hombre sensible, bondadoso, arrepentido y que solo busca una última redención.

Como ya nos tiene acostumbrado el cine agónico de Aronofsky, la película es un sinfín de crudas situaciones que atacan al protagonista como al espectador, para que empatices con Charlie y sufras con él. Como ya lo hizo en anteriores proyectos, te adentra en un frágil protagonista a quien ahoga con situaciones de su alrededor traídas por las malas decisiones de su pasado hasta acorralarlo y llegar a niveles de tensión estratosférico, (sin tampoco sucumbir al caos de "Requiem for Dream" o "Mother!"), y donde se regodea con imágenes chocantes, agresiva y desagradables, llenas de tragedia y dramática como cuando vemos a nuestro protagonista desnudo, o a un Charlie con respiración sibilante, pálido, sudado, sucio, con gafas nasales y sin apenas poder moverse de su sillón, o cuando refleja lo peor del impulso humano cuando sucumbe a su ímpetu desenfrenado y como una bestia devora, con la boca grasosa, las pizzas familiares de dos en dos.

Separándose de la fantasia de sus anteriores trabajos y con una puesta en escena muy teatral, el director, para conseguir una mayor sensación de opresión, encuadra la imagen en el formato de cuatro tercios, donde en muchas ocasiones el protagonista ni cabe dentro de el, con el que consigue hacerte sentir tan atrapado como a su protagonista. Junto a ello, teniendo el minúsculo apartamento de Charle cómo único escenario, al que también se le queda pequeño, también ayuda a crear esta opresiva atmosfera.

Pero vamos a lo importante, ¿es Brendan Fraser merecedor de la nominación a mejor actuación del año? Así es. Fraser, al contrario de lo que le gusta tanto a la academia, no teatraliza el drama con grandes gestos ni grandes discursos a grito pelado bajo la lluvia. Su maravilla recae en la sutileza de sus pequeños movimientos, sus facciones faciales y por encima de todo, de su mirada. Sus ojos consiguen transmitir toda la bondad, sufrimiento, y arrepentimiento que definen al protagonista; y dicha hazaña no es moco de pavo. Junto a Fraser, también destaco a la joven Sadie Sink, conocida para sus amigos como a Max de Stranger Things, y ya sea dicho, lo mejor de su 4ª temporada (perdón, quería quedarme a gusto). Sadie, quien interpreta a la hija de Charlie consigue hacer una veraz interpretación de una hija tocapelotas e irritante pero que en el fondo se esconde bajo un grueso caparazón. También destacar a Hong Chau, quien interpreta a la única amiga que tiene Charlie, un personaje gris que cuida y abraza al protagonista en sus momentos de mayor debilidad, pero que a su vez, le trae la comida grasienta que le hace tan feliz, a sabiendas del daño que ésta le hace.

“The Whale” es todo un reconocimiento a la figura de Fraser, con una actuación soberbia y merecedora de la gran ovación de 6 minutos que recibió el actor en su estreno en el pasado Festival de Venecia. Una película que a pesar de su miseria, posee cierta belleza en su tragedia y que en sus crudas imágenes, te hace sentir indefenso y piadoso en frente de ellas. Si te acercas a ella por el morbo de la obesidad y de sus imágenes desagradables, te encontraras con historia que habla sobre la autodestrucción, depresión, la soledad y la dejadez; y en su contradicción, también tratará sobre la aceptación, redención y las segundas oportunidades, y para eso, no había un mejor rostro que el de Brendan.
Víctor Baylach
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5
5 de septiembre de 2021
94 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar del frío estreno de la fase 4 de éste universo cinematográfico que supuso “Black Widow”, Marvel, ahora sí, estrena nueva historia de origen con un nuevo personaje, Shang-Chi. ¿Y éste quién es? Nos preguntábamos aquellos no lectores de los cómics. Pues ni más ni menos que un personaje nacido en los años 70 por las manos del escritor Steve Englehart y el artista Jim Starlin, que vino a aprovechar el tirón del cine de artes marciales, aclamado gracias a nombres tan icónicos como el del mismísimo Bruce Lee. En esta nueva aventura del UCM, Shang-Chi, experto en las artes del Kung-Fu y entrenado como asesino, escondido e integrado en la sociedad, se verá obligado a dejar atrás su cómoda vida para hacer frente a un enemigo milenario, su padre: El Mandarín, quien posee los diez anillos, una poderosa y peligrosa fuente de poder.

Con ganas de explayar su universo repleto de infinitas posibilidades, la casa de las ideas pone foco al personaje con más influencia asiática, repleto de mitología China y con el que poder expandir sus historias terrenales. Muestra unos notables esfuerzos para intentar congeniar el género de los superhéroes con el género de las artes marciales (Wuxia), renovándose con unas coreografías de lucha marcial bien dirigidas y que le sientan como anillo al dedo, a pesar que la acción se sobrepasa y exagera en más de una ocasión. Junto a ello, la bienvenida que ofrece a la mitología es otro de sus puntos más bellos, sus pequeñas historias y grandes bestias hacen que la aventura se más íntegra y disfrutable.

Pero lo que gana en espectacularidad lo pierde en su argumento y desarrollo. Si bien la película en su primera mitad es entretenida, pierde el ritmo y se vuelve tediosa en mitad de su segundo acto, en el que no ofrece mucho más que un guion simple ya conocido, y donde se sobresatura con multitud de pesados flashbacks con los que no cuentan mucho de digno interés. Para finalmente llegar a su más que predecible tercer acto donde predominan lo aparatosidad y el CGI más que la emoción, rebajandose a la monotonia de un cómodo final.

A nivel de interpretación, tampoco hay demasiado que recalcar. Simu-Liu da todos sus esfuerzos para consiguir un Shang-Chi correcto y funcional, pero que su falta de carisma no le hace destacar por encima de la media. Si bien congenia con el humor ágil de la película, quien sobre pasa esta línea es su inseparable amiga Katy, interpretada por Awkwafina, quien, a base de sobreactuar, se encarga sólo de ser el cargante aporte cómico de toda película de Marvel, y el molesto y oportunista personaje cliché al que todo le sale bien a pesar de no saber que está haciendo; en fin, conveniencias del guion. Para contrarestar, por lo menos, Tony Leung si nos regala un Mandarin con el que estar a la altura. Soporta el peso del drama y la tragedia de su personaje y consiguie la mejor interpretación de la cinta, aún que el listón tampoco esté demasiado alto.

Una película menor, con el propósito de innovar y explayar el universo de Marvel, donde a pesar de su exageración, la espectacularidad, la acción y sus explosivas coreografías son su punto más álgido. ¿Su mayor pecado? Que su guion decaiga en la simple monotonía, y que no sepa mantener un ritmo regular o creciente, haciendo que la película se vuelva un tanto pesada y que los minutos se vuelvan cada vez más lentos. Comercial y entretenidamente escasa. El viaje del héroe ya mil veces recorrido, aún así ligeramente más destacable que otras de sus propias películas de origen, pero sin la fuerza para resaltar en este inicio de Fase donde el protagonismo, irrefutablemente, está en las series.
Víctor Baylach
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4
1 de mayo de 2023
71 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corría el año 1981, un desconocido Sam Raimi, con cuatro duros en el bolsillo y con una gran sed de sangre, gestó y engendró “Evil Dead”, la primera película de su terrorífica trilogía repleta de poseídos, libros malditos, gore, comedia, un atrayente protagonista con el rostro de Bruce Campbell, y un especial toque en lo analógico en lo que destaca un horriblemente seductor y terrorífico maquillaje. Con “Evil Dead 2”, (aquí conocida con el fantástico nombre de “Terroríficamente muertos”) y su descabellada “Army of Darkness”, sin quererlo ni saberlo, dio lugar a la que con el tiempo se postuló como una saga de culto dentro del terrorífico 7º arte y que todavía tiene tirada a día de hoy, con una serie secuela, un bien logrado remake y ahora ¿otro remake?, ¿otra secuela?, ¿una recuela?, (gracias Scream).

Llamémosle recuela o un nuevo intento de revivir la franquicia, pues en 2013, de la mano de Fede Álvarez, ya se gastó el cartucho de la remake, alejándose del toque cómico de su original pero adentrándose mucho más en lo grotesco y el terror visceral. ¡Y es que menuda salvajada de película! ¿Queréis sangre? Álvarez os sirve toneladas, ¿Queréis mutilaciones? Álvarez os sirve manos, brazos, piernas y hasta lenguas, ¿Queréis volver a la cabaña? Álvarez os adentra de nuevo en ella pero con un mayor grado de lo siniestro. Y es verdad, su remake se aleja de la ambientación de su original, pero sin dejar de lado las normas propias de la saga, consiguió una terrorífica película que funciona bien con la marca “Evil Dead” y que a día de hoy todavía le guardo un gran cariño. Una lástima que no funcionara en billetes, siempre he querido saber que se traían entre manos y más con Bruce Campbell en sus créditos.

Pero volvamos a lo que hoy nos ocupa, sin realmente esperar nada en concreto, pero ciertamente influenciado por la marca de su saga y su remake, ¿Qué podemos esperar "Evil Dead Rise"?

De la mano del súper desconocido Lee Cronin, este nuevo capítulo de la saga nos cambia de escenario y nos sitúa en un destartalado bloque de pisos de una ciudad sin nombre y nos rodea del amor intrafamiliar de una madre, sus tres hijos y de la hermana de ésta cómo invitada de honor. Por unos estúpidos azares del destino, el Necronomicon se ha vuelto a abrir y se pronuncia el conjuro que permite a las almas de los muertos poseer a un pobre despistado, en esta ocasión la madre. Atrapados, tía y sobrinos, deberán romper todo lazo de afecto, unir fuerzas y luchar por sus vidas si no quieren ser pasto de los gusanos.

Empezamos bien. Un cambio de escenario que revive la saga y que permite explorar escenarios cotidianos con los que poder aterrar al público. Protagonizada por una familia desestructurada, contemporánea, con dos adolescentes y una niña pequeña, y atreverse a mezclarlo con el perturbador y terrorífico mundo de Evil Dead. ¿Qué podría malir sal? Por desgracia, casi todo. Es innegable que Lee Cronin decide beber del gore y el terror de Fede Álvarez, pero por desgracia, éste solo consigue una mala copia.

Vayamos por pasos. Como puntos a favor, como ya he dicho, el cambio de escenario y la idea de encerrar a una familia con menores de edad frente a los Deadites del Necronomicon le da un toque atrevido, contemporáneo y revitalizante a la saga. El diseño de los poseídos sigue estando a la altura. La madre, Alyssa Sutherland, AKA reina Aslaug en “Vikings”, posee una característica fisionomía que, junto a un muy buen maquillaje, consigue un efecto muy mal rollero, y junto los efectos de luzes, la oscuridad de su escenario y bañada en sangre, no quisiera yo encontrarme con ella y que me pida un achuchón a través de la mirilla de la puerta (premio al mejor plano de la película). Según el portal Slash Film, se utilizó unos 6.500 litros de sangre falsa; así que si, la película és violenta, aún que a pesar de sus miles de litros de sangre, no lo és cómo cabía esperar. Pero por mucho que renueves el escenario y las victimas, que tengas un buen diseño y que uses muchos litros de líquido rojo, eso no garantiza que vayamos a ver una buena película, y por desgracia, eso es lo único bueno que puede aportar.

¿Cuál es su mayor defecto? Que se conforma con ser un “puedo pero no quiero”, y no hay mayor pecado que éste. Cronin, en lo general, posee buenas ideas y aún que algunas sean un tanto estúpidas, sabe jugar con el escenario y todo lo que puede ofrecer el interior de un apartamento, el gran problema es que una vez presenta una terrible y prometedora situación decide echarse atrás y solucionarla de la manera más perezosa y simplista posible, sin atreverse a mostrar en pantalla el potencial que presenta, autocensurándose constantemente y conformándose con resoluciones un tanto decepcionantes, y algunas fuera de cámara. Junto a ello, presenta hasta cinco veces, que haya contado yo, un objeto que será utilizado más adelante, para crear un problema o bien solucionarlo. Éste recurso cinematográfico (del que no hay manera que recuerde su nombre) da ritmo a la película conectando secuencias de un inicio con las que sucesivas, y es un muy buen recurso, el problema es que Cronin abusa exageradamente de ello, consiguiendo el efecto contrario, lastrando el ritmo de la película y volviéndose tan predecible que no hay que ser muy avispado para adivinar la escena del climax final antes de verla. Si a ello le añadimos, que los mayores puntos de efecto de la película, ya los has visto en el trailer, su conjunto consigue que se rebaje el nivel de tensión y experimentes un terror descafeinado y prácticamente insípido, y Evil Dead no puede conformarse con eso.



(Continuo en la "zona de "Spoilers" sin destripar nada de la trama. Que me he pasado de caracteres y no puedo seguir en es este apartado. Que le vamos a hacer, cuando me pongo, me pongo...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Víctor Baylach
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6
16 de diciembre de 2022
96 de 152 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡13! 13 años han tenido que pasar para que James Cameron decidiera lanzarse a la aventura y ponerse a gravar la secuela de su película más taquillera. Que digo su película, ¡sino la película más taquillera de la historia! Cameron, conocidísimo por traernos a la gran pantalla la historia de amor entre Rose i Jack a bordo del Titanic, irónicamente apodado como “el barco imposible de hundir”, con la que logró batir el record de los records a nivel económico, y no contento con ello, en 2009 se auto-robó su propio merito con “Avatar”, pegando un brutal petardazo en taquilla consiguiendo que todo el mundo viera su película de sus pitufos larguiruchos. Pero antes que “Avatar” y “Titanic”, Cameron ya sustentaba el honor de traernos “Terminator” y “Terminator 2: Judgment Day” considerada una de las mejores secuelas junto a la renombrada secuela de “Alien”.

Más allá de los billetes, algo que es conocido de cineasta es su amor obsesivo y enfermizo por los enigmas de la naturaleza submarina, llegando en 2012 a ascender, en una misión submarina, hasta los 10.898 metros de profundidad. ¡Una auténtica locura!. Ya intentó transmitir su pasión en “Abyss” y la continuó con “Titanic”, pero no suficiente con ello decide ambientar la, ¿tardía?, secuela de Avatar en el mundo acuático. Y digo tardía por sus años de separación entre una y la otra, pero Cameron siempre ha alegado que el nivel de la tecnología cinematográfica no estaba al nivel de sus necesidades y exigencias (hecho que ya le pasó con “Avatar” al intentar rodarla justo después de “Titanic”). Entonces, ¿La espera ha valido la pena?, en mi humilde opinión: depende de lo que uno espere ver.

La película, aportando nuevos, pero pocos paradigmas, situaciones y personajes de peso, la esencia de la misma recuerda demasiado a la de su predecesora. Al igual que ella, se destaca por dividirse en una larga introducción, seguidas por unas increíbles dos horas donde se regodea mostrando el nuevo ecosistema, su flora y su fauna, al puro estilo de un National Geographic de lo fantástico, para terminar en un tercer acto de pura acción y de la batalla más espectacular posible. En lo personal no me molesta demasiado, ya que la digitalización hiperreal está tan lograda que roza niveles de lo más asombrosos, al igual que toda la información de su nueva naturaleza submarina está realizada con tanto cariño con la que he conseguido entrar en las maravillosas imágenes que se me mostraban delante, disfrutar de su nueva tribu, los Metkayina, y sentir cierta emoción y sufrimiento por sus nuevas criaturas como los Tulkuns, y en concreto por Payakan (quien merece una medalla).

Teniendo de nuevo a Sam Worthington y Zoe Saldana como a Jake y Ney’tiri, la acción cae en peso de los hombros de los hijos de nuestros protagonistas, a pesar de que la historia no resulte demasiada novedosa ni original, carga con los valores de la familia y de la madre naturaleza, y junto a las andanzas de los pequeños le dan un toque de cine de aventura que no le sienta para nada mal, al mismo modo que permite conocer a los personajes y que sintamos cierto apego hacia ellos. A pesar de ello, tengo cierto problema con el chico humanoide, su arco argumental cojea al no estar bien desenvuelto y no me acaba de convencer haciendo que no entienda ciertas decisiones ni logre empatizar con él. A parte de ello, es curioso saber cómo retoman a actores como Stephen Lang y Sigourney Weaver, quien interpreta a Kiri, una de las hijas adolescentes de Jake y Ney’tiri; todo un reto para la actriz. Ah, y por cierto, por allí andan Kate Winslet y Edie Falco; Kate de nuevo en manos de Cameron y Edie para los más amantes de “The Sopranos”.

Habiendo rodado su tercera parte en simultáneo y estando confirmadas dos secuelas más, tendremos Pandora para rato. Esta, al contrario que a su precursora, no llega a revolucionar la industria cinematográfica, a pesar que la tecnología ha dado su fruto y ha permitido deleitarnos de una experiencia mágica y de una calidad inigualable. Pero, al igual que le pasaba a “Avatar”, su historia se sienta como algo ya mil veces escrito, con un guión más bien flojo, perezoso y un tanto repetitivo. Más allá de eso, es una película con la que dejarse llevar y sumergirse a las profundidades de sus imágenes, la belleza de sus colores, la majestuosidad de sus criaturas y su botánica, sus pequeñas historias y subtramas y la teatralidad de su acción. En mi caso, al no tomarme esta saga más en serio que por su espectacularidad, su larga espera me ha valido la pena; por lo contrario si aspiras a una historia mejor que un justo pasable, sus más de 3 horas de duración te resultarán bien pesadas.

Todo eso pecando de ingenuo y cometiendo el gravísimo error de verla en 2-D, cosa que me hace creer en que solo he disfrutado la mitad de lo que podría. Así que no tardaré demasiado en volver para disfrutar de su 3-D y vivir la experiencia como Dios manda.

CONTINUARÁ...




…YA CONTINUA:

Vista por segunda vez, y esta vez en un fantástico HDR3-D, como era de esperar, lo que todos ya sabíamos se hace realidad. Sin ser un espectador al que le llame demasiado la técnica en 3-D, puedo asegurar que “Avatar: The Way of Water” está hecha exclusivamente para ser vista en la mayor calidad de imagen y sonido posible, y su visionado en 3 dimensiones aporta una experiencia exclusiva y muy gratificante que no puedes dejar pasar.
Víctor Baylach
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