Tras un pequeño batacazo en una segunda parte más preocupada de ofrecer acción a raudales que en solventar el guión los WB consiguen poner un punto y final digno a una de las películas más influyentes de los últimos tiempos.

Épica poética para una película que casi nadie entiende y que todo el mundo critica. Si bien el guión no está del todo conseguido (sobre todo en el plano de la caracterización de los personajes) sí cumple (con creces) en la trama informática y electrónica llevándote a un mundo y un entorno absorbente. La batalla final se encuentra en un lugar privilegiado de mi lista de batallas memorables.

No llega a la intensidad narrativa de la primera parte (y no aporta la innovación que aportó esta) pero sí entretiene y absorbe (siempre que la entiendas. Es una lástima que los personajes tengan tan poca personalidad (con excepción de el Sr. Smith).

Me he puesto Godspeed You! Black Emperor para escribir esto, y es que no se me ocurre otra música mejor para ponerme en ambiente y soltar todo lo que tengo que decir de esta película. He dicho ponerme, aunque la palabra más correcta sería mantenerme, hace ya un buen rato que acabaron las 2 horas y 10 minutos de metraje de la película, pero aún noto como mi piel sufre espasmos, noto como mi ser se revuelve dentro de sí, siento como le han disparado en el centro de su naturaleza, siento que mi interior está ofendido. Está ofendido de su condición de ser humano. Y bajo esa ofensa se esconde la más profunda y desolada vergüenza.

Vergüenza por reconocer como reales cada uno de las palabras y situaciones dispuestas por Von Trier.

El señor Lars Von Trier es tan consciente del horroroso realismo de su película que se permite cierta burla hacia el propio realismo rodando una película con escenarios a medias, con un perro de tiza blanca y puertas imaginarias. En la Dogville de Von Trier no hay paisajes bonitos ni calles deshechas, no hay grandes y lujosas casas ni tampoco pequeñas chabolas. En la Dogville de Von Trier apenas hay nada material, los escenarios no son las paredes ni los paisajes, los escenarios son las mentiras y las verdades, la hipocresía y la cruda realidad.

Lo más oscuro del ser humano se desnuda en Dogville. Y la oscuridad cada vez mayor, hasta que crees que ya no puede serlo más, entonces descubres que sí, que es posible. Ya sólo queda acurrucarse en el sofá y esperar a que pase el tiempo, a que alguien te llame, a que la televisión consiga desviar tus pensamientos, y conseguir salir de un mal sueño.

Sin duda, una de las mejores películas que he visto, pero hay que saber elegir el momento para verla.

¡Ah! Un consejo: no os pongais Godspeed You! Black Emperor después de ver Dogville.

(Aviso: la crítica contiene spoilers)

Bienvenidos al maravilloso mundo de J. R. R. Tolkien, dijo Peter Jackson, ese universo donde nada más empezar la ciudad inexpugnable queda reducida a la nada por un ejército de dragones. Bueno, en realidad es sólo un dragón, pero muy grande, lo suficiente para destruir la ciudad inexpugnable. Nadie contaba con los dragones gigantes cuando le puso el nombre a la ciudad. Es normal. A todo esto, el asedio tuvo que durar bastante tiempo porque mientras el dragón se dedicaba a hacer volar enanos los elfos se enteraron y les dio tiempo a venir con todo un ejército para presenciar el destrozo en primera fila… y luego irse. Corre el rumor de que los elfos iniciaron la tradición del toreo en España.

También hay peleas de rocas gigantes que se dedican a dar puñetazos como si fueran Rocky Balboa. Lo más reseñable de esto es la capacidad de los enanos para aumentar su agarre en los momentos difíciles, como si fueran un neumático Michelín. Pueden estar a punto de caerse cuando las rocas se mantienen fijas pero ¡ay! si empiezan a moverse no hay quien los tire. Todo para acabar en un nido de goblins donde 13 enanos no sólo sobreviven a miles de ellos, sino que el prota hobbit se dedica a campar por ahí con un gusilú de diseño élfico. El instinto de ladrón no incluye el camuflaje, aparentemente.

Vale, hay que reconocer que la película no respeta mucho las leyes de la física, que eso de que el peso de los enanos combe un árbol erguido pero éste se mantenga a medio caer a mí me pareció raro, pero tiene algunos momentos humorísticos impagables. Por ejemplo, mi favorito es cuando le entregan el pergamino al elfo Smith y este dice que se escribió hace 200 años y sólo puede leerse cuando la luna esté igual, y oye, resulta que es esa misma noche. Me ha indignado aun así ser el único que he soltado una carcajada con semejante homenaje a Monty Python.

Lo que está fuera de lugar son los adriátrolls. ¿Algo genuinamente gracioso? Chocheas, Peter.

- La mujer ideal adolescente aparentemente debe ser cuanto más sosa mejor, parecer lo más desprotegida posible y dicho sea de paso, todo lo plana posible. Esto sin embargo parece gustar muy mucho a vampiros y hombres-lobo con afición a caminar sin camiseta por ahí.

- Robert Pattinson desafía los límites de la realidad, cuando piensas que no puede ser tan feo te sorprende de nuevo a cada plano. El tio es incomensurable.

- Si eres un vampiro y quieres a alguien tus instintos se anulan. Unos santos, cuanto más enamorados están menos se dejan llevar. La iglesia aprueba este comportamiento.

- De entre las muchos vacíos de atractivo de Bella destaca especialmente su capacidad para requerir que le expliquen todas las cosas con repetición y alevosía no vaya a ser que la muchacha se pierda.

- El lugar donde se ha rodado la película es digno de ser visitado.

Extremadamente absurda y sin gracia. Las situaciones se suceden sin mucha lógica ni coherencia, ninguno de los enredos es creible y los actores tampoco. Si eres muy fan de la comedia española de (muy) poca calidad, igual te merece la pena verla. Sino, desiste.