Recuerdo haber visto El sueño del caracol con 13 años y ahora sé que no le presté la suficiente atención. No lo entendí y lo olvidé, aunque supongo que una parte de su mensaje siempre me acompañó igual que el de Amelie, Descubriendo nunca jamás, Quiéreme si te atreves y otras películas que uno ve con 14 o 15 años. Ha vuelto a mi de casualidad casi 10 después y ahora me fascina como pocas cosas porque lo entiendo de verdad. Nunca antes había sentido la necesidad de escribir una crítica y es la primera vez que sé perfectamente que quiero decir.

El sueño del caracol es un corto sobre el amor, la comunicación, la timidez y el destino. En 15 minutos concentra estos temas a través de Julia, una joven que se enamora a primera vista de Oliver en una cafetería y decide seguirlo. Una simple pero maravillosa locura que da pie a una curiosa no-relación entre los dos. Ambós se mueven demasiado despacio y están recubiertos por un cáscara protectora que los aísla al igual que los caracoles.

No vale la pena ver este sub-producto, creo que ni Antena 3 se atrevería a apostar por esto, de hecho cuando sientas la necesidad de fastidiar a alguien proponle ver Titánic 2.
De partida es bastante cuestionable la idea de querer hacer una segunda parte Titánic pero vale, venga vamos a admitirlo, quizá nos sorprendan.
Pero para nada, los protagonistas son personajes tan pobres que cualquier detalle que ocurre por detrás es más interesante y el guión no ayuda a identificarse con ellos, los diálogos bailan entre lo ridículo y lo absurdo. Los efectos especiales son del nivel de las series norteamericanas que echaban en los veranos de los 90 por la mañana en televisión española (los planos del barco en medio del océano son grandiosos)
Aún así es muy gracioso ver la segunda parte de la película por el trabajo que se hizo con los extras.

Estamos ante una de las obras culmen del cine norteamericano, simplemente es algo tan mal hecho que te fascina.

Quiero destacar el trabajo Robert Guidry con la fotografía, tiene que ser realmente complejo conseguir que todos los planos de tu "película" sean horrorosos.

Asimismo Warren, dejando de lado la dirección (creo que directamente no la hay), construyó un guión nefasto pero con algunos momentos gloriosos (el policía filósofo por ejemplo).

Los actores no pueden hacerlo peor, exceptuando al gran Torgo claro. John Reynolds es el Johnny Depp de Charlie y la fábrica de chocolate, su curioso personaje "eleva" este producto de la quema directa.

La elección de la música tuvieron que hacerla en los ascensores de los centros comerciales más prestigiosos de los Estados Unidos. Sin duda una bso tan contundente no puede faltar en la biblioteca de tu ipod.

La película tiene evidentes problemas de todo tipo: de continuidad, actuaciones, montaje, fotografía, (dirección no, que no hay)... pero eso aun lo hace más gracioso.
Lo curioso es que no sé si ponerle un 1 o un 10.

Waaaarren

Me encanta Ed Wood, me encantan sus películas y me encanta su visión de la vida y el cine. Creó una serie de disparates totales, sinsentidos imposibles de filmar peor, con guiones nefastos, rodajes apurados, tramas absurdas y actores inexpertos (salvando a Bela Lugosi), pero que carajo consiguió algo realmente fascinante y romántico: Pasar a la historia como el peor director de cine.

Desde luego no es el peor director de la historia pero creo que si alguien se merece ser
recordado así es él (Actualmente algunos sujetos como el James Wong, Uwe Boll entre muchos otros lo desbancarían pero sería injusto). A diferencia de estos Ed Wood amaba el cine de verdad y aunque no tenía el talento de su contemporáneo Welles nadie le podrá negar jamás la ilusión que ponía en su trabajo. Detrás de cada una de las decisiones que tomó en la dirección de sus películas, que normalmente no seguían una lógica racional y desembocaban en los errores mil veces comentados, hay una historia curiosa que refleja su lucha para superar los incontables obstáculos que le surgían en sus accidentados rodajes.

Si os interesa Ed Wood echadle un ojo a "Ed Wood. Platillos volantes y jerseys de angora" o a la película de Tim Burton

Hacía tiempo que no veía una historia tan tan tan sumamente sencilla tan mal hilvanada. La película toca 3 temas: Kung fu, baloncesto y la búsqueda de los padres del protagonista (esto último metido de una manera aberrante con calzador, al final resulta más ridículo que Marco). No logra mezclar estos 3 aspectos de un modo satisfactorio, hasta la mitad de la película realmente no hay referencias al baloncesto y el protagonista bien podría haber elegido el curling o el biatlón (dos de los deportes más cuestionables de la historia) y no habría afectado a la trama. La forma en la que avanza la historia es horrible y muy forzada, en muchos momentos roza lo absurdo (el vagabundo-representante es en si mismo totalmente absurdo).

Otro punto curioso es que lo que se muestra NO es baloncesto, es más bien un concurso de exhibición de mates sin normas y en el que se emplean artes marciales sin que tenga repercusiones e incluso esta violencia gratuita es aplaudida por el público. Parece que toda la película es una excusa para poder llevar a cabo el partido final con mucho Kung Fu.

Hay algunas lagunas desconcertantes (o errores muy obvios porque no creo que lo hicieran a propósito) como que un miembro de un equipo al final juega con el contrario sin que se explique el cambio (supongo que a Chu Yen-ping se le pasó por alto pues estaría ocupado modificando el magnífico guión y dirigiendo tan brillantes actuaciones) o que de repente aparezcan personajes nuevos (y misteriosos) jugando al baloncesto.


Si tienes 9 años (la simbología que emplea el director es pobre incluso para niños) supongo que puede estar bien o si eres un apasionad@ del cine de artes marciales cutre taiwanes. (O si eres Chu Yen-ping)