Sin llegar al despropósito de Capitán Apache (como se ha comentado anteriormente), este es uno de esos filmes incomprensibles en los que abunda la historia del cine, debido a la amalgama de elementos que no llegan a ligar. Ver a James Mason en una producción como esta da bastante penita. Gina Lollobrigida siempre fue una nulidad, así que poco hay que añadir. Lee van Cleef es un profesional como la copa de un pino y, excepto por la peluca y el sombrerito, ya sólo para verle merece la pena desperdiciar los escasos ochenta minutos que dura. Puede que el montaje suprimiese algunas escenas, sobre todo al principio, perjudicando a la improbable lógica del guión original, o que las pretensiones sarcásticas de sus autores se les fuesen de las manos; sólo así se entendería el regusto a estafa que te queda después del visionado.

Casi me la trago entera en televisión. Hasta que se produjo un corte de publicidad, y me pregunté: "¿qué hago viendo esta película, si es malísima?". La culpa es de cierta estética pseudo-profunda que te hace creer que estás ante un producto de calidad, cuando no es así. Baldwin siempre ha sido una nulidad, y aquí bordea el ridículo. Demi Moore parece una momia disecada, un auténtico desastre (y en versión original, con esa voz cascada, más). Sólo se salva McDermott... hasta que se prosterna ante la esposa que le ha sido infiel, arrojando la interpretación a la basura. En fin, un desatino total. Suerte que me fui a la cama...

Hay actores que trascienden a las películas que protagonizan, llegándose a convertir ellos mismos en el fin último de la obra. La simbiosis entre el personaje y el intérprete (los cuales no necesariamente se tienen que identificar) es tal, que dejamos a un lado nuestra artillería crítica para disfrutar, sin más, de una buena historia, bien contada, bien realizada. Es la "suspensión de la credulidad" que los teóricos de la ficción destacan como una de las virtudes de las obras logradas. En este sentido, no cabe duda que Tom Horn es una obra lograda, una buena película.

Por cierto, no fue, como se ha dicho, la última película de McQueen, pues poco después rodó Cazador a sueldo, una buena película también, y por los mismos motivos.

... pero como no existe esa opción, le doy un 7.

El esquematismo del guión refuerza la densidad moral del filme, que es lo que cuenta al fin y al cabo. Todo está en su sitio, y excepto algunos despistes del operador de cámara (inexplicables primeros planos desenfocados), la película atrapa, agrada y sorprende. Ninguno de los actores está en sus horas bajas, como se ha dicho por ahí, porque tanto Warren Oates como el propio Van Cleef aún rodarían papeles estelares. Eso sí, se nota que la producción es made in USA, y no un cutre spaghetti-western: van al hueso, a lo que importa, sin tonterías estilísticas.

En fin, una cinta recomentable tanto para los adictos al género como para el público generalista pues, excepto los diez primeros minutos y los cinco últimos, los tiros no impiden ver el bosque.

En un país con un cine medianamente maduro, esta película no habría captado la atención de casi nadie. Pero como this is Spain, con sus torrentes y sus ocho apellidos, pues la gente se queda boquiabierta. Pero no hay razón real, de peso, para tanto aspaviento: Gay es un experto en dar gatitos por liebres, incluso por galgos. Su cine es de una ligereza pasmosa, disfrazada de autenticidad. Todo en él supura artificio. Nada que ver con un Guerín o un Rohmer, por hablar de dos maestros del auténtico "cine veraz". Aquí nada escapa al cálculo de coste-beneficio. A mí se me hizo larguísima, la verdad. No la recomiendo, a no ser que ver a Darín te compense tantos minutos de bostezos...