Por ejemplo cuando la Winters tras el atraco al banco tira a una de sus rehenes del coche, o cuando dispara al "novio" de uno de sus hijos ("Por mis cojones que no eres un Baker"), o por último en los títulos de crédito finales con ese sello dedicado a las madres de Nortemerica.

La despedida del padre, la escena de Robert de Niro en el embarcadero con Rembrandht o la de la propuesta de sexo de Shelley Winters a su secuestrado, son escenas intensas.
Incesto, espiral de maldad y sangre, y como Tamora, ver la muerte de sus hijos antes de morir ella como justo castigo a una queridísima Mamá.

para conseguir curarla.
No puedo, sin embargo con el desenlace de los últimos minutos en el hospital, en el que la hermana de la protagonista parece ser la culpable de todos los males. Lástima.
Lástima también del prólogo que pone en flashback la película, pero que acaba no estorbando. Desde la primera escena en Las Vegas sabemos lo que vamos a ver, y Barbara lo conduce bien poco a poco.
Interesante el personaje de Stephen McNally, aunque se echa de menos una relación de amantes interesados clara. Interpretación algo bonachona del mofletudo Robert Preston. Curioso el cameo de Tony Curtis en uno de sus primeros papeles. Soberbio el vestido que se intercambian las dos hermanas. La elipsis desde el momento en el que Barbara se tiñe de rubio se podría haber desarrollado un pelín mejor, porque vemos a una mujer, de pronto, que no ha perdido del todo su dignidad y que sólo vive para el juego, aunque haya tenido que utilizar su cuerpo- esto se insinua bien poco-.
Para mí la mejor escena es la de idas y vueltas del casino al hotel a buscar dinero que la guarda el recepcionista.

Y no nominaron a Stanwyck ese año por este papel porque lo estaba por Voces de muerte, estoy seguro.