Los desesperados (1969)

Dos temas de interés se tomaron como punto de partida para ésta historia escrita por, Clarke Reynolds, y convertida a guion cinematográfico por, Walter Brough: El primero, fue un abominable personaje de la llamada, Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense (1861-1865), llamado, William Clarke Quantrill, un mediocre maestro de escuela que formó una banda con la que marchó al sur en plan de unirse a los pro-esclavistas confederados. Incapaz de recibir órdenes, y dedicado ya con su pandilla al robo de ganado y otras porquerías, Quantrill incrementó su nómina con un alto número de forajidos… y formando una cuadrilla paramilitar llamada, “Quantrill’s raiders” se dispuso a saquear caseríos donde cometían todo tipo de vejámenes contra sus pobladores (torturas, violaciones, crueles e indiscriminados asesinatos, incendio o destrucción de sus viviendas…) y todo en nombre de la causa confederada.

Este tema, lo asume la película tomándose grandes libertades, pues, Quantrill, murió en una emboscada de los federales a los 27 años… y no tuvo esposa ni hijos conocidos. Sin embargo, se recrea el hecho más lamentable de su actuar delictivo: La masacre de Lawrence (en la película, St. Thomas) llevado a cabo el 21 de agosto de 1863. Por éste motivo, el personaje fue presentado con un nuevo nombre (Josiah Galt) y se le encargó a, Jack Palance, a sus 50 años, quien nos ofrece a un personaje cruel y grotesco, dispuesto a mantener unidos a sus tres hijos varones en la causa infame que lo anima.

Alrededor de este asunto, surge también un elemento religioso referente al capítulo 4° del Génesis de la Biblia, donde se habla de la historia de Caín y Abel –una historia que nunca he podido digerir, pues, no encuentro explicación clara que me permita entender ¿Por qué Dios desprecia a Caín al ofrendarle parte de su cosecha, pero, se siente complacido con Abel que le ofrenda las crías de sus ovejas? Si el motivo era que Caín no tenía limpia su conciencia, ¿por qué no darle ocasión de redimirse si estaba teniendo un gesto de humildad? Hondamente disgustado y celoso por éste desprecio de Dios (¿?), Caín mata a su hermano Abel… y el castigo que recibe es vivir errante por la tierra, sin poder sembrar y llevando una señal para que, quien se cruce con él, no lo mate… y cómo la Biblia no da explicación alguna de cuál fue la marca de Caín, ha surgido una absurda teoría, atribuida a una mística alemana, que no voy a mencionarla porque es solo eso, ¡una absurda teoría!

De nuevo, la aplicación de éste capítulo bíblico es también a capricho de los escritores y, en España se aprovechó para titular la película, <<LA MARCA DE CAÍN>>, pero, la causa del protagonista David, es bien distinta y yo diría que plenamente justificada… y éste fue el motivo para que me sintiera totalmente desencantado con la forma como el director, Henry Levin, cierra la historia… aunque pensándolo bien, se me ocurre que, quizás quiso señalar lo absurdas que pueden ser ciertas resoluciones cuando se juzgan acciones en vez de razones.

En todo caso, y no obstante la falta de rigor que se advierte en la ejecución de algunas escenas, estamos ante un western que deja mucho en qué pensar... aunque ya, Levin luce un tanto cansado.

Y por favor, Jamás imiten al tigre cuando busca a quién convertirlo en su presa… imítenlo cuando alimenta y protege a sus crías.

Título para Latinoamérica: <<LOS DESESPERADOS>>

Extraño western que remeda la matanza de 1863 en Lawrence (Texas), cuando una banda de sudistas que iban por libre incendiaron y sembraron la muerte en esa ciudad.
En este caso se trata de la localidad de St. Thomas y el autor de la masacre no es un fanático religioso como Quantrill sino, al contrario, un energúmeno como Josiah Galt (Palance) que viaja acompañado de una punta de putas que aloja en un carromato.
También va con sus tres hijos, David (Edwards), Jacob (Maharis) y Adam (Roberts). El bueno, el malo y el tonto. David, claro, se larga pronto pero la peña no se le despega y debe enfrentarse para que se cumpla una vieja maldición, "Aquel que vaga por la tierra lleva la marca de Caín".
La historia no está mal, un enfrentamiento entre hermanos, ni tampoco el guion. Otra cosa es la realización que nos presenta una galería de personajes poco creíbles que rozan lo ridículo. El padre resulta grotesco con sus grititos de enfado.
El ritmo resulta irregular alternando la acción intensa con momentos demasiado lánguidos. Lenta a ratos.
La ambientación está bastante cuidada y no faltan extras cabalgando por allí, en el tren o moviéndose por la ciudad.
Flojas interpretaciones, muy flojas. No parece que hayan cuidado mucho el casting.
No está mal para pasar el rato.