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Voto de Tony Montana:
7
6,9
83.772
Fantástico. Aventuras. Drama
Cuando Harry Potter y sus amigos vuelven a Hogwarts para cursar su tercer año de estudios, se ven involucrados en un misterio: de la prisión para magos de Azkaban se ha fugado Sirius Black, un peligroso mago que fue cómplice de Lord Voldemort y que intentará vengarse de Harry Potter. El joven aprendiz de mago contribuyó en gran medida a la condena de Sirius, por lo que hay razones para temer por su vida. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al inicio de la saga, Columbus lograba moverse con comodidad y con aparente interés en este género tan complicado, en el que constantemente se trata al público al que va dirigido como pequeños becerros a los que hay que indicarle cada pequeño paso para que sus tranquilas cabecitas no se pierdan. Era entretenida, aunque poco más se le podía pedir, más allá de unos sentimientos de diseño, buenas intenciones y moralina, personajes acartonados y puesta en escena algo almidonada y una estructura supeditada a algo que Hitchcock odiaba: la sorpresa final injustificada. Es uno de los grandes lastres, el punto final sobre el que se asienta el guión, siempre el mismo, jugando a indicar al espectador quién es el malo para, ¡sorpresa!, al final ser otro y dejar a más de uno con un pasmo de narices. El funcional trabajo se repitió en la segunda entrega, para mi subvalorada no sé por qué, pero la que, para mi gusto, tiene más interés en su tratamiento y un final más interesante y menos previsible que el de la primera entrega, y un ennegrecimiento de la trama que le venía bastante bien al alelado y repelente Harry, además de la divertida aparición del siempre bien recibido Kenneth Brannagh. La tercera parte viene a confirmar que las debilidades de la saga potteriana vienen por los libretos más que por el trabajo de los directores y los actores, puesto que se repiten los mismos tics de todas las entregas anteriores, desde un comienzo calcado con su familia adoptiva, que de tan pretendidamente malvados que son tan kitsch que hasta se agradece su presencia, personajes importantísimos de los que realmente no sabemos nada, y un giro final de guión precedido por un epílogo explicativo que echa por lastre todo lo montado anteriormente.
Pero para compensar ese miedo spielbergiano a que el espectador se vaya insatisfecho a casa por no haber entendido la trama y tener que explicárselo todo, se pone la historia en manos de alguien con el suficiente conocimiento de la técnica y de los sentimientos como Cuarón, y aquí es donde El prisionero de Azkaban barre a sus precedesoras: La dirección. El poderío visual que el mexicano es capaz de alcanzar eleva el apartado de realización de la saga a cotas no vistas hasta ahora, y la cámara se mueve con una soltura y un barroquismo impropios de una cinta comercial y pretendidamente infantil como ésta. El director de Y tu mamá también hace creíble y tangible ese mundo inalcanzable en las dos primeras entregas, y por primera vez consigue que sus personajes respiren de verdad y actúen según sus consecuencias, y aleje un poquito más del tono detectivesco-sabelotodo que tenían, derivando hacia caminos más sutiles y evocadores como el thriller psicológico. Llena los paisajes de un ambiente malsano, propio del cine de terror de la Universal, con niebla por doquier y espacios claustrofóbicos, aunque estos sean abiertos como un bosque o el patio del instituto. A modo de versión teen y edulcorada de Seven, casi siempre llueve o está nublado.
Pero para compensar ese miedo spielbergiano a que el espectador se vaya insatisfecho a casa por no haber entendido la trama y tener que explicárselo todo, se pone la historia en manos de alguien con el suficiente conocimiento de la técnica y de los sentimientos como Cuarón, y aquí es donde El prisionero de Azkaban barre a sus precedesoras: La dirección. El poderío visual que el mexicano es capaz de alcanzar eleva el apartado de realización de la saga a cotas no vistas hasta ahora, y la cámara se mueve con una soltura y un barroquismo impropios de una cinta comercial y pretendidamente infantil como ésta. El director de Y tu mamá también hace creíble y tangible ese mundo inalcanzable en las dos primeras entregas, y por primera vez consigue que sus personajes respiren de verdad y actúen según sus consecuencias, y aleje un poquito más del tono detectivesco-sabelotodo que tenían, derivando hacia caminos más sutiles y evocadores como el thriller psicológico. Llena los paisajes de un ambiente malsano, propio del cine de terror de la Universal, con niebla por doquier y espacios claustrofóbicos, aunque estos sean abiertos como un bosque o el patio del instituto. A modo de versión teen y edulcorada de Seven, casi siempre llueve o está nublado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Mientras se agradece este oscurecimiento estético y moral, queda la sensación de haber nadado con todas las fuerzas para morir en la orilla. Es cierto que el giro final no incluya a Voldemort, pero sí recae sobre el personaje con el mismo cargo que anteriormente vimos, lo que hace pensar que ese rol, de aquí a que acabe la saga, o va a ser el malo o va a tener un papel muy importante en la trama y todos los personajes van a señalarle para que el espectador no se pierda. Personajes como el de Emma Thompson parece que pasaban por allí y, cuando el guión necesita una salida, se echa mano de ella y poco más, lo mismo que el siempre socorrido Severus Snape. Pero aquí lo interesante es la exploración del salto a la adolescencia que afrontan los protagonistas, y el hundimiento existencial del joven Harry al descubrir que su vida es más miserable de lo que pensaba. Alguien famoso, cuya leyenda se acrecenta cada día, pero que es incapaz de tener un recuerdo bueno para ser capaz de luchar y vencer sus miedos. Kloves no aprovecha todo lo que debería este interesantísimo punto, ignorando el monólogo interior que debería tener el personaje al reconocerse a si mismo como un inadaptado y alguien solitario, sentimiento por otra parte propio de la edad. Se comienza a intuir el abismo frente al que está Potter al comprobar que su destino se va haciendo cada vez más presente y del que es imposible escapar. Sirius Black pretende ser una especie de Walter Kurtz mágico, pero si en el clásico de Coppola sabíamos todo del personaje de Brando, del prisionero no conocemos absolutamente nada, por lo que cuando se nos presenta no entendemos muy bien por qué ese misticismo en torno a él. Pero el gran fallo de la película se centra en los últimos 20 minutos. Por una vez que el giro final le había quedado muy bien a Kloves y no se le notaban las costuras a la aparición estelar y la sorpresa estaba realmente bien planteada, tiene que ceñirse al fragmento clarificador final y volver a narrar lo mismo cuando realmente no hacía falta (simplemente, podrían haber ido a rescatar al personaje de Oldman sin tener que contarnos todo eso), buscando ser una especie de tour de force narrativo pero que lo que consigue es provocar desidia por su redundancia estructural, cuando, quizás, la mejor opción habría sido jugar la baza del misterio y dejar la brillante escena del lago con los dementores, a modo de exorcismo de los temores del joven mago, en manos del espectador. Particularmente me joden mucho las tonterías de Rowling, sacarse de la manga un as para resolver la situación. Vale que estemos ante una historia mágica, pero no todo vale, porque entonces convertiríamos cualquier historia en un despropósito estilo Perdidos.