Media votos
6,1
Votos
6.804
Críticas
375
Listas
12
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Maggie Smee:
4
31 de agosto de 2019
52 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en 1983 cuando Luc Besson saltó a la fama con su original “Kamikaze 1999 (El último combate)”, título español algo imposible y que más le hubiera beneficiado utilizar el original, “El último combate”. Desde entonces ha pasado de todo. Aciertos que, en su mayoría, en España pasaron casi desapercibidos, a fiascos que se han juntado con su creatividad más pobre o turbios asuntos personales de acoso sexual. Lo que es innegable es que audiovisualmente ha generado progresos para la industria no ya del cine francés, si no del cine en general. Aún recuerdo el haber asistido a una sala espectacular en Suiza para ver la versión del director de “El gran azul”, toda una experiencia para visionarla en pantalla gigante y con un sonido alucinante. Esa suntuosidad la continuó con uno de sus mayores éxitos, “Nikita, dura de matar”, de nuevo otro título que España pasa muy desapercibido pero que supone un pelotazo mundial, sobre todo en Estados Unidos, y cuya traducción “libre” con ese añadido en España no le beneficiaron. Prosiguió con una carrera que, comercialmente, iba emergiendo cada vez más hasta llegar a su mayor éxito de taquilla, “El quinto elemento”.
Tras esa, en 1999 llegó “Juana de Arco”, su primer fiasco, y desde entonces, ha ido dando bandazos. Con “Lucy”, hace cinco años, volvió a hacer taquilla, aunque para mí sigue siendo su película más fallida de acción y más pretenciosa, y ahora se nos presenta con el palíndromo “Anna”, que es un mejunje extraído de varias películas de espías, aderezado con el autoplagio de “Nikita”. Es cierto que sus elecciones para los papeles principales, en un pasado recaían en parejas suyas y parecían encajar mejor en sus proyectos que ahora, en el que parece que no se ha utilizado el sentido común y responde a antojos. En el caso de Scarlett Johansson parecía menos llamativo pero esta, su último capricho, Sasha Luss, el personaje le queda grande. Y no es que su labor sea horrenda, pero una actriz experimentada le hubiera levantado la película en las escenas más necesarias.
El casting, dicho sea de paso, es uno de sus puntos flacos, y el que haya seleccionado en un 90% a unos actores, en su mayoría con perilla, o barba algo imberbes, responde sobre todo a un “look” coyuntural más que a una necesidad. Porque “Anna”, sobre todo en su principio, es postiza, es un ejemplo de film “Fashion victim” al ser un festival de imbecilidades, de “modelis” que posan y van a fiestas “megachupis” en las que Besson da rienda suelta a un lesbianismo de cuarta y donde muestra su homofobia más caduca. Hasta el trabajo del espléndido Eric Serra en algunos de esos momentos parece que nos quiere transmitir ese halo que tenía el archiconocido trabajo de Francis Lai en “Bilitis” sin lograrlo. Las sesiones de fotos me parecen infinitamente mejores las de “Ojos”, luego rebautizada en algunos sitios como “Los ojos de Laura Mars”, de Irvin Kershner, que aunque cuenten con más años, tenían más gracia. La aportación de Helen Mirren tiene más peso en la trama, pero menos encanto, que la labor de Jeanne Moreau en “Nikita”. No se sabe porqué siendo rusa en la película, no habla ruso con los rusos. Además, su “look” de la KGB, nos recuerda más al Dustin Hoffman travestido de “Tootsie” combinado con el personaje animado de Edna 'E' Moda de “Los increíbles”. En resumen, no pasa de discreta, que era lo que se esperaba de ella, supongo, pero Mirren debería empezar a plantearse, ya que no posee extremas necesidades económicas, que el aceptar papeles sin relieve en películas de acción para que su nombre sirva como reclamo de “cierta calidad” al producto, no le ayuda. El decir sí a todo no siempre es bueno. Y ya ella por experiencia debería saberlo.
Luc Besson dirige con fría corrección. Parece que en las (pocas) escenas de acción es cuando se estruja más los sesos, pero no basta. Creo que nadie mejor que él sabe que con un guión “chungo” poco se puede hacer para que todo salga bien, excepto para que se quede en lo que es, un pasatiempo para engullir palomitas, una más del montón. Y es que su guión es malo. Carece, como decíamos antes, de la pretenciosidad de “Lucy”, lo cual le ayuda, pero está “montada” para disimular su miles de defectos. Creo recordar que es de las películas que más saltos en el tiempo da, hasta casi hay que llevar calculadora para seguir los rótulos: tres meses antes, tres meses después, cuatro meses después, dos meses antes... y todo, porque como hemos dicho, su narración es fullera a más no poder. Al espectador se le va ocultando de todo para luego “sorprenderlo”, pero si se tiene doce años o menos y no se ha visto mucho cine, igual lo consigue. De ahí su insistencia en la violencia que se emplea, para que el producto parezca más adulto de lo que realmente es.
Antes de pasar al “spoiler” advertir que “Anna” no es ni pésima pero tampoco ni siquiera pasable. Es una película más, como hemos dicho del montón, que no merece tampoco un análisis ni mayor ni serio. Besson ha hecho un producto que le sigue empequeñeciendo, y él sabrá si el seguir haciendo productos de este tipo le benefician, siempre y cuando al menos amortice, porque si no estos caprichos tampoco se los podrá costear.
Tras esa, en 1999 llegó “Juana de Arco”, su primer fiasco, y desde entonces, ha ido dando bandazos. Con “Lucy”, hace cinco años, volvió a hacer taquilla, aunque para mí sigue siendo su película más fallida de acción y más pretenciosa, y ahora se nos presenta con el palíndromo “Anna”, que es un mejunje extraído de varias películas de espías, aderezado con el autoplagio de “Nikita”. Es cierto que sus elecciones para los papeles principales, en un pasado recaían en parejas suyas y parecían encajar mejor en sus proyectos que ahora, en el que parece que no se ha utilizado el sentido común y responde a antojos. En el caso de Scarlett Johansson parecía menos llamativo pero esta, su último capricho, Sasha Luss, el personaje le queda grande. Y no es que su labor sea horrenda, pero una actriz experimentada le hubiera levantado la película en las escenas más necesarias.
El casting, dicho sea de paso, es uno de sus puntos flacos, y el que haya seleccionado en un 90% a unos actores, en su mayoría con perilla, o barba algo imberbes, responde sobre todo a un “look” coyuntural más que a una necesidad. Porque “Anna”, sobre todo en su principio, es postiza, es un ejemplo de film “Fashion victim” al ser un festival de imbecilidades, de “modelis” que posan y van a fiestas “megachupis” en las que Besson da rienda suelta a un lesbianismo de cuarta y donde muestra su homofobia más caduca. Hasta el trabajo del espléndido Eric Serra en algunos de esos momentos parece que nos quiere transmitir ese halo que tenía el archiconocido trabajo de Francis Lai en “Bilitis” sin lograrlo. Las sesiones de fotos me parecen infinitamente mejores las de “Ojos”, luego rebautizada en algunos sitios como “Los ojos de Laura Mars”, de Irvin Kershner, que aunque cuenten con más años, tenían más gracia. La aportación de Helen Mirren tiene más peso en la trama, pero menos encanto, que la labor de Jeanne Moreau en “Nikita”. No se sabe porqué siendo rusa en la película, no habla ruso con los rusos. Además, su “look” de la KGB, nos recuerda más al Dustin Hoffman travestido de “Tootsie” combinado con el personaje animado de Edna 'E' Moda de “Los increíbles”. En resumen, no pasa de discreta, que era lo que se esperaba de ella, supongo, pero Mirren debería empezar a plantearse, ya que no posee extremas necesidades económicas, que el aceptar papeles sin relieve en películas de acción para que su nombre sirva como reclamo de “cierta calidad” al producto, no le ayuda. El decir sí a todo no siempre es bueno. Y ya ella por experiencia debería saberlo.
Luc Besson dirige con fría corrección. Parece que en las (pocas) escenas de acción es cuando se estruja más los sesos, pero no basta. Creo que nadie mejor que él sabe que con un guión “chungo” poco se puede hacer para que todo salga bien, excepto para que se quede en lo que es, un pasatiempo para engullir palomitas, una más del montón. Y es que su guión es malo. Carece, como decíamos antes, de la pretenciosidad de “Lucy”, lo cual le ayuda, pero está “montada” para disimular su miles de defectos. Creo recordar que es de las películas que más saltos en el tiempo da, hasta casi hay que llevar calculadora para seguir los rótulos: tres meses antes, tres meses después, cuatro meses después, dos meses antes... y todo, porque como hemos dicho, su narración es fullera a más no poder. Al espectador se le va ocultando de todo para luego “sorprenderlo”, pero si se tiene doce años o menos y no se ha visto mucho cine, igual lo consigue. De ahí su insistencia en la violencia que se emplea, para que el producto parezca más adulto de lo que realmente es.
Antes de pasar al “spoiler” advertir que “Anna” no es ni pésima pero tampoco ni siquiera pasable. Es una película más, como hemos dicho del montón, que no merece tampoco un análisis ni mayor ni serio. Besson ha hecho un producto que le sigue empequeñeciendo, y él sabrá si el seguir haciendo productos de este tipo le benefician, siempre y cuando al menos amortice, porque si no estos caprichos tampoco se los podrá costear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
SPOILER
El ser una modelo superguay, que no sabemos si monta a caballo, es lo único, pero que además de espía es experta en nuevas tecnologías, en defensa personal más que Rambo, que cambia constantemente de vestidos y sobre todo de pelucas pero sin el rollo “drag” encantador que podían tener Sophia Loren en “Arabesco”, la Vitti en “Modesty Blaise” o Marisa Mell en “Danger: Diabolik” y que tiene novia, combinando relaciones con chicos que copulan liberando mucha testosterona para darle un cierto aire “renovador” al género, responde más a una fantasía heterosexual masculina del guionista que además es el director, convirtiendo a Anna en un personaje, más que algo propio del cine de espías, más digna de la dinastía Kardashian.
Hacía tiempo que no veía tanto falso recato en una pantalla, no me lo esperaba de Besson, porque no muestran carne, hasta lo hacen vestidos. Por ejemplo, hay una escena en que vemos a Lenny (Cillian Murphy, que no está mal en su labor pero adolece de cualquier tipo de morbo ya que es más frío que, por ejemplo, Catherine Deneuve en su época más gélida) que está perfectamente trajeado, quizás por influencia de la trilogía de “50 sombras de Grey”. Acaban de tener un encuentro sexual, se supone que desenfrenado, Anna hablando con él se cubre con la sábana. Las tomas desde la espalda de ella nos hace ver casi un pecho, pero ella se tapa hasta el cuello hablando con Lenny. Cuando él sale de la habitación, ella se levanta tapándose con la sábana kilométrica que la cubría y va al otro extremo de la habitación. Pero si está sola, ¿para qué se cubre? Esta clase de detalles son dignos de cualquier telefilm.
Mejor ceñirnos a las escenas de acción, tragarnos todo lo que nos cuentan y nos quedamos con un entretenimiento que al día siguiente ya casi hemos olvidado.
El ser una modelo superguay, que no sabemos si monta a caballo, es lo único, pero que además de espía es experta en nuevas tecnologías, en defensa personal más que Rambo, que cambia constantemente de vestidos y sobre todo de pelucas pero sin el rollo “drag” encantador que podían tener Sophia Loren en “Arabesco”, la Vitti en “Modesty Blaise” o Marisa Mell en “Danger: Diabolik” y que tiene novia, combinando relaciones con chicos que copulan liberando mucha testosterona para darle un cierto aire “renovador” al género, responde más a una fantasía heterosexual masculina del guionista que además es el director, convirtiendo a Anna en un personaje, más que algo propio del cine de espías, más digna de la dinastía Kardashian.
Hacía tiempo que no veía tanto falso recato en una pantalla, no me lo esperaba de Besson, porque no muestran carne, hasta lo hacen vestidos. Por ejemplo, hay una escena en que vemos a Lenny (Cillian Murphy, que no está mal en su labor pero adolece de cualquier tipo de morbo ya que es más frío que, por ejemplo, Catherine Deneuve en su época más gélida) que está perfectamente trajeado, quizás por influencia de la trilogía de “50 sombras de Grey”. Acaban de tener un encuentro sexual, se supone que desenfrenado, Anna hablando con él se cubre con la sábana. Las tomas desde la espalda de ella nos hace ver casi un pecho, pero ella se tapa hasta el cuello hablando con Lenny. Cuando él sale de la habitación, ella se levanta tapándose con la sábana kilométrica que la cubría y va al otro extremo de la habitación. Pero si está sola, ¿para qué se cubre? Esta clase de detalles son dignos de cualquier telefilm.
Mejor ceñirnos a las escenas de acción, tragarnos todo lo que nos cuentan y nos quedamos con un entretenimiento que al día siguiente ya casi hemos olvidado.