Admito que muchos de los aparentemente impenetrables elementos semióticos o alegóricos de esta obra pueden conducir a muchos a la manida pero justificada sentencia de: ¡no la entendí! O similares y aunque no considere que el metraje se descosa en su hambre de significados que se desesperan por ser revelados; si comparto el entusiasmo de aquellos que piensan que ésta obra ofrece generosa, muchos aspectos bien que no unilateralmente inteligibles, bastante estimulantes y hasta educativos; claro, tampoco para creerse más inteligente que la media, pero lo suficientemente evidentes como para contemplar uno de los momentos en que sin duda el cine se atrevió a dar un paso adelante. Creo que es desde este viejo rescoldo de donde vendrán las mejores valoraciones a esta película; no sólo en círculos de estudiosos acaso también por aquellas almas mayormente interesadas en aproximarse al cinema en virtud de una pretensión más sapiencial. En efecto los artífices, (comprendidos de seguro en su época como iconoclastas redomados) no desaprovecharon la oportunidad para sublimar todas sus frustraciones, críticas, deseos transgresores, “genio creativo” cual bacanal; lo que a la postre les llevaría en algunas secuencias a pecar (je je!) de incoherentes, absurdos o hasta ignorantes (ver spoiler). Pero insisto; la trascendencia en la evolución cinematográfica y el innegable contenido intelectual como el impacto de algunas escenas así se revuelquen más de lo necesario – dadas las ínfulas surrealistas de los susodichos – le consiguen a éste film un aprecio casi que imperecedero.
spoiler:
En el epílogo se presenta una comparación de Jesús con el mundano marqués de noseque. Considerar dicha jugarreta tan siquiera como una molesta estupidez conllevaría la posibilidad de aceptar la representabilidad de Dios; pero no deja de ser flagrante la lamentable confusión que aun perturba al mundo entre el Sr. Jesucristo y el folklore católico ¡CUYA MUTUA RELACIÓN ES ABSOLUTAMENTE INEXISTENTE!