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Voto de Ferdydurke:
1
7,0
15.691
Intriga. Drama
Adaptación de una de las novelas más conocidas de Agatha Christie. Narra la historia de un asesinato perpetrado durante un viaje en el legendario Orient Express. La investigación del famoso detective belga Hercules Poirot (Albert Finney) tropieza con grandes dificultades, pues los ilustres pasajeros disponen de una coartada que los excluye como sospechosos. Inmejorable reparto para un film que consiguió un Óscar (mejor actriz ... [+]
18 de mayo de 2023
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece una rana (o Marcel Proust).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Entre todos lo mataron y él solo se murió. Era eso.
En realidad fue Hércules Poirot, en comandita con Neil, Lance, Louis y B.J. de los Armstrong de toda la vida de dios, el que lo mató (telepáticamente, previa hipnosis), por dinero, y prestigio, lo hizo, la bien pagá, por la inmortalidad, como Aquiles, y montó ese teatrillo, gran trampantojo, para disimular un poco, mucho tampoco, a sabiendas de que toda la pobre buena gente es muy crédula, santa inocente, traga con todo.
Película dirigida por José Mota, lo cual se nota claramente en el apuñalamiento masivo, hala, venga, habrá sangre, que tiene un pie en Aterriza como puedas, cálmese, señora, y otro en tú también bruto, de ahí Macbeth, todo casa.
Lo mejor son los insertos aclaratorios que repiten escenas, cortes, fragmentos, extractos que ya hemos visto hace nada o los viajes al pasado que insisten en lo mismo, en el principio, de pez memoria, y las miradas apuradas que se echan cuando creen que les han pillado en un renuncio, con el carrito del helado, con las manos en la masa descubierto, y los gritos hercúleos de Poirot y el poder de su mente que todo lo puede, maneja los hilos como Bela Lugosi, qué hombre, leches.
Ah, en el fondo es una metáfora homenaje responso sobre el secuestro verdadero del hijo de Lindbergh, en esas estamos.
Solo faltó el perro de los Baskerville para completar la función.
Lo peor: nada, si acaso Poirot que parece embalsamado en dura competencia con la vieja, Querida Wendy, ay esos polvos talco, también bicarbonato, igual que la Nivea más adelante o ahora la mayonesa, bate que bate, de tanto antaño que hicieron mucho daño, cuántas prometedoras carreras arrasaron o destruyeron, de raíz las segaron, la punta del clavo.
El tren de la bruja, todos a una, no me grites que no te veo, y los doce apóstoles a bordo, viaje con nosotros si quiere gozar, a mil y un lugar y disfrute de todo al pasar, de las hermosas historias que le vamos a contar, faltaría más.
Al final libres como pájaros porque le han cargado el mochuelo al más tonto, en su cara se ríen, el espíritu santo, sursum corda, convidado de piedra, chivo expiatorio, el soldado desconocido, el hombre sin nombre ni sombra, a Godot esperando y con el mazo dando, clara alusión al sistema político británico de la época, obvio.
En realidad fue Hércules Poirot, en comandita con Neil, Lance, Louis y B.J. de los Armstrong de toda la vida de dios, el que lo mató (telepáticamente, previa hipnosis), por dinero, y prestigio, lo hizo, la bien pagá, por la inmortalidad, como Aquiles, y montó ese teatrillo, gran trampantojo, para disimular un poco, mucho tampoco, a sabiendas de que toda la pobre buena gente es muy crédula, santa inocente, traga con todo.
Película dirigida por José Mota, lo cual se nota claramente en el apuñalamiento masivo, hala, venga, habrá sangre, que tiene un pie en Aterriza como puedas, cálmese, señora, y otro en tú también bruto, de ahí Macbeth, todo casa.
Lo mejor son los insertos aclaratorios que repiten escenas, cortes, fragmentos, extractos que ya hemos visto hace nada o los viajes al pasado que insisten en lo mismo, en el principio, de pez memoria, y las miradas apuradas que se echan cuando creen que les han pillado en un renuncio, con el carrito del helado, con las manos en la masa descubierto, y los gritos hercúleos de Poirot y el poder de su mente que todo lo puede, maneja los hilos como Bela Lugosi, qué hombre, leches.
Ah, en el fondo es una metáfora homenaje responso sobre el secuestro verdadero del hijo de Lindbergh, en esas estamos.
Solo faltó el perro de los Baskerville para completar la función.
Lo peor: nada, si acaso Poirot que parece embalsamado en dura competencia con la vieja, Querida Wendy, ay esos polvos talco, también bicarbonato, igual que la Nivea más adelante o ahora la mayonesa, bate que bate, de tanto antaño que hicieron mucho daño, cuántas prometedoras carreras arrasaron o destruyeron, de raíz las segaron, la punta del clavo.
El tren de la bruja, todos a una, no me grites que no te veo, y los doce apóstoles a bordo, viaje con nosotros si quiere gozar, a mil y un lugar y disfrute de todo al pasar, de las hermosas historias que le vamos a contar, faltaría más.
Al final libres como pájaros porque le han cargado el mochuelo al más tonto, en su cara se ríen, el espíritu santo, sursum corda, convidado de piedra, chivo expiatorio, el soldado desconocido, el hombre sin nombre ni sombra, a Godot esperando y con el mazo dando, clara alusión al sistema político británico de la época, obvio.